sábado, 31 de agosto de 2013

Estética


Puesto de frutas y verduras. Mercadillo del sábado. Dieppe (Normandía)

Los sábados hay mercadillo. Como en buena parte de Europa (de la Europa civilizada al menos), los productores agrarios aprovechan esta oportunidad para la venta directa de sus productos. Aunque lo que hoy quiero no es reivindicar la importancia de nuestras pequeñas huertas ni el olor de sus tomates. Hace sólo unos días, Benja y Amparo impulsaron una exitosa iniciativa en este sentido en Torrecampo, con la sencillez que da la razón; una iniciativa a la que auguro un gran futuro. Pero hoy sólo quiero hablar de estética.

Uno se acerca al mercadillo de productos agrarios como el de Dieppe con las ideas más o menos claras: buscaremos algún queso de la región, un típico choricillo normando, algo de paté... Buenos productos de la zona a precios más que razonables. Frutas y verduras, sólo las estrictamente obligatorias. No por ideología, sino por economía. A partir de 3,50 €/kg. ¡cualquiera comete excesos! Sin embargo, entrar en este paraíso de luz y color te incita a llevarte algunos tomates o un racimo de uvas. Dejándote llevar, pura y duramente, por la estética.

Pero ya estoy perdiendo el hilo. Porque quien haya leído hasta aquí seguramente está empezando a pensar que la importancia de la estética está en que contribuye a aumentar las ventas, generar riqueza y dinamizar la economía. La culpa no es del lector. La culpa es mía. Al fin y al cabo, siempre es más fácil hablar de rentabilidad que de belleza.

Al ver la estudiada colocación de frutas y verduras en el mercado, me vino a la mente la importancia que, para mi padre, siempre tuvo la perfecta colocación de la leña en la pila formada junto al cortijo. Es lo que tienen las asociaciones de ideas... Pero ante los coloridos puestos, recordaba mis protestas ("¿Por qué tanto trabajo en colocar la leña, que dentro de unos días estará quemada en la candela?") y su respuesta, aprendida a su vez de sus mayores: "cuando pases por un cortijo y veas el perro flaco y la leña mal puesta, no te pares a pedir trabajo". En una sociedad tradicional como la española de hace no muchas décadas, todavía existía una idea de hacer bien las cosas porque "lo bien hecho, bien parece". Por un sentido estético que hemos perdido en gran parte. Por eso, con la relajación que aún dejan las recientes vacaciones, he querido empezar el curso reivindicando la estética.

De postre, os dejo una nueva imagen del mercado de Dieppe. Para rememorar, aunque sólo sea en un anodino sábado de fines de agosto, la frase que el genial Ivá puso en boca del último chorizo:

"En este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles sólo nos queda la estética"