lunes, 26 de septiembre de 2011

Cuzna

Cuzna


He integrado en la pestaña "publicaciones" un artículo que escribí junto con el prof. José Luis del Pino García y que se publicó en la revista Antiquitas en 1998. Es un estudio sobre el enclave medieval de Cuzna (situado al sur de Villanueva del Duque, junto a la N-502 y al río Cuzna), relacionando esta antigua ciudad con la evolución del poblamiento de Los Pedroches entre el siglo X y finales del siglo XV.

Para la realización de este trabajo, utilizamos tanto la información obtenida de fuentes documentales andalusíes editadas y de documentos conservados en diferentes archivos históricos como la derivada de la observación detallada del lugar, en el que no se ha realizado ningún tipo de intervención arqueológica. Personalmente, lo que más me sorprendió durante la redacción del estudio fue la casi completa coincidencia de los datos obtenidos de fuentes documentales islámicas y cristianas y de la prospección superficial del yacimiento.  Se trata de un lugar poblado en época emiral, que adquiere una gran importancia durante el califato. Tras la desintegración del sistema político cordobés a inicios del siglo XI se produce un "encastillamiento" al asumir este enclave a finales de este siglo labores de defensa de la frontera con Castilla. Tras la conquista cristiana pervive un castillo con la finalidad de defender una de las vías de comunicación principales entre Córdoba y la Meseta, en torno al cual pervive a fines del siglo XV un pequeño núcleo poblado, una vez derrocado el castillo para evitar su uso durante los conflictos que, en el último tercio de este siglo, se habían desarrollado entre las villas realengas de Los Pedroches y los señoríos de Santa Eufemia y Belalcázar.

La estructura del artículo es la siguiente:

  1. Fuentes y metodología.
    1. Fuentes escritas.
    2. Fuentes no escritas.
  2. La organización del territorio.
    1. Las vías de comunicación.
    2. La configuración político-administrativa.
  3. El poblamiento.
    1. Poblamiento.
    2. Despoblados.
  4. El despoblado de Cuzna
    1. Consideraciones previas.
    2. Localización y accesos actuales.
    3. Peculiaridades medioambientales.
    4. Fuentes documentales.
    5. Menciones historiográficas posteriores.
    6. Contexto histórico - arqueológico.
    7. Descripción del yacimiento.
  5. Las cerámicas de Cuzna.
    1. Introducción.
    2. Tipologías.
    3. Modalidades
Conclusiones.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La falda de la sierra cordobesa en la Baja Edad Media

Dibujo de la Albaida (S. XVII). Arch. Chancillería de Granada, MPD, 128


Y desde la ciudad se ve la Albaida,
Entre encinas y olivares verdinegros
Al pié de la sierra alta, coronando
Un pardo risco entre apacibles huertos.

De esta forma describía poéticamente el Duque de Rivas en el siglo XIX la visión que desde Córdoba se tenía de la zona más cercana de la falda de la sierra. Una imagen que no sería muy diferente a la que ofrecería este espacio a fines del siglo XV. Porque, contra lo que tradicionalmente se viene manteniendo, la falda de la sierra cordobesa no fue durante la Baja Edad Media un paisaje adehesado dedicado exclusivamente a la ganadería extensiva. Viñedos, olivares y huertas de alta productividad ocupaban un lugar destacado en este espacio fértil y cercano a la ciudad.

Acaba de salir publicado, en el número 9 de la revista que edita el Área de Historia Medieval de la Universidad de Córdoba (Meridies, revista de Historia Medieval) un artículo en el que intento aproximarme a un espacio cercano geográfica, económica y emocionalmente a la ciudad de Córdoba, pero cuya historia es casi completamente desconocida. De hecho, los escasos estudios publicados referidos a zonas integradas en este área (el Monasterio de San Jerónimo o el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra especialmente) no nos ofrecen información sobre la evolución de la propiedad de la tierra o de los aprovechamientos agrarios entre los siglos XIII y XV. Y son aspectos de gran importancia. No en vano, Fernando III se reservó para sí dos de los enclaves más significativos (Córdoba la Vieja y La Arruzafa) y repartió entre 1236 y 1241 el resto de estas tierras entre sus familiares y los más destacados participantes en la conquista de la ciudad.

Recuerdo algunos buenos profesores de matemáticas que en sus clases intentaban transmitirnos una máxima evidente, pero fundamental y demasiadas veces olvidada: "cuando el resultado no sea lógico, es que el problema está mal resuelto". Y estoy convencido de que esta teoría tan "básica" debe aplicarse también al estudio de otras ciencias, entre ellas la historia.

Y la idea que se ha venido transmitiendo habitualmente sobre la falda de la sierra cordobesa entre los siglos XV y XVI no era lógica:
  • Sabemos que este espacio estaba fuertemente ligado a la ciudad en época califal, ocupándose con grandes almunias (una especie de grandes casas de campo con huertas, frutales...) propiedad de los personajes más destacados de la corte califal.
  • En 1236, con la toma de la ciudad por Fernando III, Córdoba se convierte primero en una posición avanzada en territorio musulmán, y muy pronto en la ciudad que articula la defensa de la frontera castellana. Desde el primer momento, uno de los mayores problemas es hacer llegar los "mantenimientos", es decir, abastecer tanto los mercados locales de la ciudad como las posiciones de frontera.
  • Tradicionalmente se nos ha presentado la falda de la sierra durante este período como una amplia extensión adehesada de dedicación exclusivamente ganadera.
Es decir: es una zona fértil, productiva y con gran tradición; una de las mayores preocupaciones del momento es conseguir alimentos para la ciudad y para la frontera (aceite, vino, hortalizas...); desde la conquista cristiana, esta zona se habría dedicado a ganadería extensiva de baja productividad. No es lógico. Y como no es lógico, posiblemente hayamos cometido algún error.

El estudio de la documentación conservada fundamentalmente en el Archivo Municipal de Córdoba, el Archivo de la Chancillería de Granada y el Archivo de Simancas nos ofrece una visión de estas tierras muy diferente a la idea preconcebida de que se trata de extensas dehesas ganaderas. Ya entre 1236 y 1241, cuando se está organizando defensiva, institucional y económicamente la ciudad, el reparto de tierras en esta zona entre los conquistadores pone de manifiesto el interés en mantener, o incluso reactivar, las producciones agrícolas. Y se intenta en primer lugar con dos cultivos que ya eran tradicionales en estos lugares, que son muy necesarios para abastecer a la ciudad y a los puntos avanzados de frontera, y que requieren escasa mano de obra: viñedos y olivares. Sin olvidar las ricas huertas que aprovechan manantiales y arroyos que bajan de la Sierra.

A lo largo del siglo XIII, la inseguridad debido a la cercanía de la frontera y, sobre todo, las dificultades para la repoblación, para que nuevos pobladores se asienten de forma estable en la ciudad, dificultarán el aprovechamiento de todas las posibilidades agrícolas que ofrece este área. Será a partir de mediados del siglo XIV y, sobre todo, a lo largo del siglo XV, cuando huertas y frutales se extiendan para aprovechar las tierras más fértiles. Así, durante la segunda mitad del siglo XV encontramos referencias a numerosas obras de reparación o reforma en antiguas infraestructuras hidráulicas, reaprovechándose albercas, acueductos y conducciones (a veces de origen romano y en otras ocasiones construcciones de época califal) para extender los cultivos hortofrutícolas.

Cuando acaba la Edad Media, la falda de la sierra no llega a parecerse a ese "paraíso de almunias" existente en el siglo X. Pero tampoco se parece en nada a ese secarral ganadero que algunas veces habíamos imaginado. En el artículo (que podéis leer desde esta entrada o a través del enlace que integro en la pestaña "publicaciones") analizo en primer lugar la ordenación del espacio y la evolución de la propiedad de la tierra, para pasar a continuación a estudiar la evolución del paisaje y de los aprovechamientos económicos. Aquí lo tenéis para quien tenga curiosidad, recién salido de imprenta.

La Falda de La Sierra

jueves, 8 de septiembre de 2011

Más economía de la cultura

 Traigo hoy al blog un nuevo ejemplo de la "economía de la cultura" de la que ya hablaba ayer. ¿Puede la arqueología industrial, las tradiciones, la historia y, en definitiva, la cultura, ayudar a vender un producto como el aceite de oliva? Yo creo que sí. Y mi hermana también. Le doy desde aquí la bienvenida a este mundo blogger, animándola a alternar las entradas más "técnicas" con algunos textos en los que hable, por ejemplo, de Columela. Merecerá la pena leerla.

 "Promocionar el aceite de Oliva Virgen  no es sólo atraer clientes o colocar aceite en el supermercado. Las nuevas técnicas de marketing  aconsejan añadir al producto un  valor emotivo, más que comprar un producto, los consumidores compramos las sensaciones que nos producen, consiguiendo así no sólo su venta, sino la fidelización del cliente. Al menos, eso es lo que cuentan los expertos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Economía de la Cultura

Presentación en Sevilla del nuevo proyecto culTUra

Si ayer toda la prensa provincial se hacía eco de la Concesión al nuevo edificio de recepción de visitantes del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra de un nuevo premio internacional de arquitectura (ver aquí lo publicado en el blog de Miguel Coleto), hoy podemos encontrar nuevas noticias relacionadas especialmente con la vertiente económica de la cultura.

La Junta de Andalucía anuncia la creación de un proyecto, denominado culTUra, que tiene como objetivo la difusión de actividades culturales promovidas tanto por instituciones públicas como por empresas y colectivos privados (aquí, en la web de la Consejería de Cultura). Porque, en palabras de Griñán, "la cultura crea riqueza, empleo y estabilidad". Esperemos que la necesaria colaboración entre instituciones y empresas no empañe el resultado de un proyecto que, en principio, parece interesante. Y también me queda una cierta esperanza de que por fin se aclare el futuro de la posible instalación en Córdoba de la colección de arte contemporáneo de Pilar Citoler, para cuyo estudio la Junta ha creado una comisión de expertos.

Mientras tanto, el Diario Córdoba recoge también las grandes posibilidades turísticas de la inminente fiesta de los Piostros, en Pedroche. Aunque tendremos todos que estar atentos para que los posibles beneficios turísticos de las fiestas tradicionales y, en general, de la cultura, no terminen desvirtuando los propios valores culturales o patrimoniales que queremos defender y difundir, como señalaba recientemente Antonio Merino en Solienses.

Pero, sin duda alguna, el artículo que más me ha interesado en la prensa diaria es el que El Día de Córdoba dedica a Manolo Gómez Luna. Porque es amigo, porque ha expuesto en Torrecampo, en Villanueva de Córdoba, en Dos Torres... y porque los artículos en plata que elabora y vende a través de la web Orfebreluna (de la que ya he hablado en alguna ocasión anterior), son verdaderas obras de arte inspiradas en obras de arte antiguas. Reconozco que me ha sorprendido un poco que el artículo defina a Manolo como "empresario". Yo siempre he pensado en él como artista o como artesano que, inspirado en piezas arqueológicas o artístas, diseña y ejecuta unas joyas únicas. Pero es cierto que es un empresario. Un empresario que nos muestra cómo la cultura, el Patrimonio Histórico, pueden generar riqueza y dar empleo de muy distintas formas. Sólo tenemos que ir aprendiendo a aprovecharlas.