Raúl hablando del Museo del Auto de los Reyes Magos |
Anoche se iniciaron en Hinojosa del Duque las actividades que museos y centros Guadalinfo de la comarca de Los Pedroches han organizado conjuntamente para conmemorar el Día Internacional de los Museos y el Día de Internet (programa completo aquí). El Viso fue el pueblo invitado, y el dinamizador de su Guadalinfo, Raúl, quien nos guió en un recorrido por el Patrimonio Histórico y Natural y por el contenido del museo dedicado al Auto de los Reyes Magos. Un recorrido no exento de interactividad, esencialmente en virtud de las intervenciones de una de las personas que formaban parte del público.
Como estaba previsto, a continuación los responsables de la residencia de artistas La Fragua nos mostraron una presentación para acercarnos un poco más al trabajo que realizan desde el Convento de las Clarisas de Belalcázar. Unas actividades que, a pesar de responder a una tendencia generalizada en el arte contemporáneo a nivel mundial (la búsqueda de una cierta "ruralización" y de valores artísticos lejanos a los grandes focos culturales del mundo global), creo que podemos seguir catalogando como muy novedosas. Y desconocidas hasta hace muy poco en una comarca como la nuestra. Al tratarse de la primera actividad incluida en este ciclo, y situándose en un pueblo cercano a su residencia de Belalcázar, varios integrantes de La Fragua nos acompañaron en el acto, y Javi fue el encargado de realizar personalmente su presentación.
Si en la primera parte del acto Raúl entabló en varias ocasiones un abierto diálogo con el público, lo que contribuye siempre a dar más dinamismo a la actividad, la intervención de Javi fue todo un revulsivo, un aldabonazo, un verdadero mazazo en la mesa que nos hizo despertar rápidamente a la realidad. A una realidad, la de nuestros pequeños museos locales, que en demasiadas ocasiones vemos con un exceso de autocomplaciencia, y que el ponente colocó rápidamente en su sitio: mientras los grandes museos se han convertido en un espacio para el consumo de masas, quedando exentos de connotaciones que podamos definir claramente como culturales, los pequeños museos municipales están, directamente, abocados al fracaso y en vías de extinción.
Este crudo y radical discurso dio lugar, como no podía ser de otra forma, a un interesante debate. ¿Cómo solucinamos esta situación? La apuesta de Javi y sus companñeros de La Fragua quedó muy clara: en primer lugar, a través de la apertura de nuestros pequeños museos a la sociedad, a la creación artística, al arte contemporáneo; y en segundo lugar, reconociendo la profesionalización de la gestión cultural.
La integración de la creación artística entre los objetivos iniciales de un museo es, efectivamente, una fórmula que podría ser válida: para que se mantengan y cumplan eficazmente sus objetivos sociales, nuestros museos deben abrirse a la pintura, la videocreación, la poesía, la música, las artes escénicas... y funcionar diariamente (no sólo a través de actividades puntuales) como focos de proyección cultural en su entorno. Y es algo hacia lo que podemos caminar poco a poco, sin prisa pero sin pausa.
Aunque para conseguir acercarnos a esa meta, es necesaria la segunda premisa expuesta por Javi: el respeto al trabajo de los profesionales de la gestión cultural. Y eso no es algo que los políticos tengan (¡ay!, ¡tengamos!) demasiado en cuenta. Nadie discute en un ayuntamiento que un departamento de obras y urbanismo tenga que ser dirigido por un arquitecto o aparejador; pero para un museo o para cualquier centro cultural, parece que no está tan claro que no todo vale, que no todos valen. Y se repiten año a año inauguraciones y reformas de museos y salas de exposiciones diseñadas al gusto del alcalde o concejal de turno, sin ningún tipo de planteamiento técnico. Como igualmente responden al gusto del alcalde o concejal de turno muchas de las añejas actividades con las que -salvo honrosas excepciones- nos castigan nuestros ayuntamientos, incluso desde los propios museos o centros culturales. Que parece toda una competición de unos contra otros (restando, antes que sumando), que hace que más que en Los Pedroches, uno se sienta en la Villatripas de Krahe.
El debate terminó desviándose hacia las bondades o maldades del turismo cultural. Sin estar realmente tan en desacuerdo, sobre la mesa aparecieron dos formas de entender el sentido de los servicios culturales: la de quienes ven en la proyección turística la mejor oportunidad para la sostenibilidad de las instituciones culturales y la de quienes consideran que la cultura debe ser planificada únicamente como cultura, siendo la atracción turística una especie de "beneficio colateral". Posiblemente en el medio esté la virtud, aunque personalmente no soy muy partidario de que el turismo marque el tempo a la gestión cultural.
Nuevos retos, muchas dificultades, pero queda abierta una puerta a la esperanza. Porque las transformaciones que necesitamos dependen más de la capacidad y las ganas de trabajar de las gentes de nuestra tierra que de presupuestos millonarios. Y porque sólo siendo críticos con nuestro trabajo, con nuestros museos, podremos trasnformarlos en las instituciones culturales que la sociedad demanda. Y el debate de anoche nos ofreció, como indica el lema escogido para este 18 de mayo por el ICOM, nuevas inspiraciones.
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