El pasado miércoles, y dentro del ciclo Museos y desarrollo local, Juan Casado Alcaide estuvo en la Fundación PRASA hablando de la colección artística del convento de Santa Clara de Montilla. Destacó especialmente la labor de las instituciones públicas que durante la última década se han implicado en la rehabilitación del edificio y la restauración de algunas piezas de la colección, y la buena disposición de las monjas para poner su patrimonio al servicio de la comunidad. Contó cómo tras una importante obra desarrollada en el edificio por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Rafaela Valenzuela lanzó a las monjas el reto de poner las instalaciones al servicio de la sociedad articulando su apertura pública. Por eso, si hoy podemos disfrutar de este importante elemento patrimonial es gracias a Rafi Valenzuela que lanzó la idea, a las religiosas que recogieron el guante e impulsaron el proyecto con ilusión y valentía. Y, por supuesto, es gracias a Juan, a Javier y a los voluntarios que les han ayudado en este proyecto.
La charla, con imágenes ilustrativas de la historia del convento, del proceso de montaje y de la imagen actual de la exposición, fue interesante y amena. Y nos permitió ver la pasión con la que Juan habla de arte, de Montilla, de museos, de Santa Clara. Todo un disfrute.
Reconozco que me encantó el criterio museográfico escogido. Que es el más sencillo, y creo que el más acertado. Porque en museos llevamos muchos años hablando de "contextualizar" las piezas, de mostrarlas lo más cerca que sea posible a su uso original, para que no pierdan su sentido. Por eso es tan importante tener criterios claros desde el primer momento. Y, ya que tenemos unos muebles, unas obras de arte, que cumplen una función dentro del convento desde antiguo, resulta fundamental no caer en la tentación de "clasificarlos" y "ordenarlos correctamente", y ser capaz de mostrarlos como están, como han estado siempre, como deben estar.
La visita a un lugar como el convento de Santa Clara de Montilla no tiene por qué ilustrarnos sobre la evolución del arte. Porque puede ofrecernos algo más, convertirse en una visita en la que tan importante es disfrutar de una obra atribuida (con criterios científicos) a Valdés Leal como ver el aprecio que se tiene a una escultura menor del siglo XIX, posiblemente de escaso valor artístico pero que cumple una función esencial en la vida diaria del convento. Porque las obras están donde tienen que estar, donde siempre han estado, y eso nos permite no sólo acercarnos a las pinturas, a los muebles, a las esculturas, sino al conjunto que forman. Y, si a todo esto le sumamos que las visitas son guiadas por las propias religiosas, la visita nos permitirá conocer de una forma mucho más directa y cercana la vida cotidiana en el convento. Una vida que, por más que también sean las monjas las que actualizan la página web, en muchos aspectos sigue siendo muy parecida a la de aquellas primeras religiosas que ocuparon el convento franciscano en la primera mitad del siglo XVI.
Juan nos descubrió otro de los tesoros artísticos ocultos de nuestra provincia. Y cumplió con creces uno de los principales objetivos de este ciclo: nos despertó un gran interés por volver a visitar Montilla.
Joaquín Criado impone a Juan Casado la insignia de la Fundación PRASA |
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