sábado, 24 de enero de 2015

Las barbas del faraón

Howard Carter ante el sarcófago de Tutankamon

Soy consciente. El encabezamiento de esta entrada suena a algo que está a medio camino entre la imagen de cabecera de un periódico amarillo y el título de un relato de misterio. Pero es que la historia no deja de ser sugerente y.... me he dejado llevar. Vamos al caso. En estos días ha sido noticia la rotura parcial de la famosa máscara funeraria del faraón Tutankamon. Durante unos trabajos de restauración, realizados por personal no cualificado, se fracturó la parte correspondiente a la barba postiza de uno de los más llamativos objetos de cuantos descubriera Howard Carter en los años 20 del pasado siglo. Y esa falta de profesionalidad de los supuestos restauradores les llevó a cometer una barbaridad que supera con creces el daño causado con la rotura: la reconstrucción con un pegamento rápido y permanente.

Vista la enorme repercusión que ha tenido la noticia, he empezado a darle vueltas a los dos factores fundamentales que lo han permitido: por una parte, el hecho en sí de una desastrosa intervención de "restauración" que daría para un par de episodios de "Pepe Gotera y Otilio (chapuzas a domicilio)"; por otra parte, el interés de la prensa internacional que también en algún caso ofrece una imagen casi tan chapucera como la de los locos del pegamento. En definitiva, que vivimos en una sociedad chapucera en la que no se valora lo suficiente la profesionalidad.


Restauradores...

La rotura de una pieza tan importante como esta máscara es, sin duda, un problema. Pero lo más destacable de esta noticia no es el accidente (al que siempre tememos porque sabemos que, a veces, ocurren) sino la falta de profesionalidad en las acciones posteriores. Cualquier profesional de la restauración (y casi me atrevería a decir que cualquier conservador de museos, casi) habría tenido en cuenta dos premisas fundamentales a la hora de pegar la pieza: la primera, que no se debe utilizar un material más resistente que el que conforma la obra, de forma que una posible rotura posterior afecte de nuevo a la antigua fractura y no al objeto original; la segunda, que el adhesivo utilizado debe obligatoriamente ser reversible.

Desafortunadamente, en ocasiones nos encontramos con "restauraciones" que incumplen estas reglas básicas. Recuerdo haber consultado a los restauradores la posibilidad de eliminar de una magnífica jarrita de vidrio romana el asa horrorosa con la que alguien había pretendido completarla en el pasado, utilizando para ello una resina sintética de gran resistencia (que no sólo los egipcios son capaces de tamaña barbaridad). Y siempre recordaré la respuesta de uno de estos restauradores: "podemos quitarle el vidrio a la resina, pero la resina al vidrio... imposible". Pues eso ha pasado con la máscara de Tutankamon: pegada con resina Epoxi, cualquier restaurador podrá seguramente eliminar la máscara de la resina, pero no quitar la resina a la máscara.

Hoy en día, los restauradores han alcanzado un alto nivel de especialización y profesionalización. Y la mayoría de los que trabajamos en este mundo (los museos, por ejemplo) sabemos que hay que buscar esa profesionalidad. Que con nuestros escasos conocimientos (por muchos que sean) no debemos cometer la osadía de tocar unas obras de arte únicas, sino que estamos obligados a confiar en los profesionales [para curiosos, se puede leer esta breve guía de restauración de urgencia en arqueología]. Con ellos, ni mi jarrita de vidrio tendría un apéndice horroroso que hace desaconsejable su exposición, ni la máscara del faraón habría provocado esta tormenta mediática.

... Y periodistas

Y ese es el segundo problema que me he planteado, el del tratamiento de la noticia en los medios de comunicación. Haciendo un rápido rastreo por diferentes medios podemos comprobar que casi todos coinciden en que el problema ha estado en el material utilizado: pegamento. En ello coinciden con claridad los titulares de El País,  Público, ABCLa Razón. Y no sólo aparece así en los diarios nacionales, sino también en la edición castellana de la web de la BBC o en el diario mexicano  El Universal, por poner dos ejemplos. ¡Qué barbaridad! ¡Pegar con pegamento!

En fin, que la pregunta que habría que hacerle a los redactores es con qué querían que pegaran la dichosa máscara del faraón los pobres trabajadores del Museo de El Cairo. Algo más certeros parecen haber estado los redactores de medios audiovisuales como Antena 3 TV, que habla del uso de un "pegamento industrial" o  Cadena Ser, que nos habla de un "adhesivo común". Ahora bien, cuando los redactores de estos medios se enteren de que uno de los adhesivos más utilizados en restauración de arqueología, el llamado "adhesivo nitrocelulósico" no es otra cosa que Pegamento Imedio Banda Azul... ¿Pensarán que no es "industrial" ni "común"?

Y así, vuelvo a pensar que la profesionalidad está muy mal valorada últimamente. Porque ¿tan difícil era consultar a algún restaurador para poder entender una noticia "de gran calado" que estaba redactando? La explicación quizá no le habría costado mucho tiempo. Porque cualquier profesional de la restauración podría haber explicado a un profesional del periodismo que en muchas ocasiones, sobre todo con materiales frágiles, se evita el uso de resinas epoxídicas por su irreversibilidad, siendo sustituidas por los menos agresivos adhesivos nitrocelulósicos. Y si ponen la misma cara que yo cuando me lo contaron la primera vez, seguramente el restaurador sonreiría para explicar: "Que no se puede usar Superglue sino Pegamento Imedio porque, si te equivocas, lo puedes despegar con acetona sin dejar rastro".

Pero claro. Si la profesionalidad estuviera bien valorada, seguramente la máscara del faraón no tendría tantos problemas, ni nosotros recibiríamos algunas noticias que recibimos y como las recibimos.


2 comentarios:

Anunciacion Carpio Dueñas dijo...

Genial. Esta explicación "la pillamos" hasta los casi analfabetos en el tema. Deberíamos tener claro aquello de.. "zapatero a tus zapatos". Pero bajo el paraguas de "la crisis" estamos ahorrando (¿?) dinero donde nunca se debería. Este es un ejemplo. Se deja de pagar "asistencia técnica" porque era demasiado cara y gastamos el doble por no tener los mejores profesionales por un coste insignificativamente mayor. Gracias.

Juan B. Carpio dijo...

Certero comentario (excepto por las flores que me echas). Porque el problema no es Egipto; el problema es lo que pasa cuando, con la escusa de la crisis, se hace lo que se hace. Como has oído miles de veces, por vender que se ahorra una peseta, gastamos duros a espuertas.