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Ciertamente, la crisis económica afecta de forma muy intensa a las instituciones culturales. Los inmorales 91 millones de euros pagados hace unos días por un cuadro de Munch se complementan con las últimas adjudicaciones en las subastas de Christie's, entre las que destaca la venta de un Rothko por 66'8 millones de euros. Los especuladores siguen teniendo cash, los paraísos fiscales están a tope, y mientras las bolsas se desploman, las primas de riesgo se disparan y el hambre está garantizada en tres cuartas partes del planeta porque se especula con el valor futuro de los alimentos básicos, el arte contemporáneo empieza a ser visto como un valor seguro.
Pero esas cifras multimillonarias poco tienen que ver con la verdadera economía de la cultura. Cuando servicios básicos, esenciales y necesarios para el mantenimiento de un sistema que -de forma algo exagerada- hemos conocido como "Estado del Bienestar", como sanidad y educación, se están desmantelando como servicios universales y gratuitos ¿dónde quedan presupuestos para las inversiones en infraestructuras culturales?
Recientemente, el Diario Córdoba publica una carta de la siempre activa presidenta de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Córdoba, Clementina Rojas, pidiendo al gobierno central que incluya una partida para la segunda fase de la obra proyectada en este centro en los presupuestos de 2012. Para esta asociación, la rehabilitación del Palacio de los Páez de Castillejo es una necesidad urgente, para garantizar la pervivencia de una pieza fundamental de la arquitectura renacentista en Córdoba. Además, la integración de los restos arqueológicos excavados en el subsuelo y la articulación de la nueva exposición y nuevos servicios del museo, enclavado en el centro de un Casco Histórico declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, contribuirían a revitalizar la economía cordobesa. Primero, durante la fase de obras; después, con la explotación de este nuevo e importante foco de atracción cultural.
Y aquí está el problema. Porque seguimos pensando que, si hay que ahorrar, mejor recortar en cultura. Para hablar seguidamente del necesario impulso a un nuevo modelo productivo. Un modelo que, en nuestra tierra, debería priorizar la sostenibilidad medioambiental, patrimonial y cultural. Bonitas palabras para llenarse la boca mientras pagamos con nuestros impuestos las pérdidas de quienes han provocado la crisis. Y, como denunciaba Juan José Millás en un magnífico artículo de El País, estimulamos la privatización de la educación para que siga siendo pública. Y acabaremos con los presupuestos inútiles de cultura y medio ambiente para cambiar el modelo productivo hacia un sistema de crecimiento sostenible. Es cierto, Millás: esto es un sindiós.
1 comentario:
Es lamentable lo que dices, pero claro que parado se resiste al argumento. Lo tienen todo consigo. Es como cuando cualquier alcalde sensato decidía no entrar en la ruleta rusa del ladrillo en su tierra, se le defenestraba, y los hubo. Ejemplo Seseña, dónde estará el de los jets privados, claro el dinero en las islas Caimán seguro. Pero volviendo a la realidad el argumento será primero lo básico (que es lo que están desmantelando) antes que lo secundario. El de Valladolid (que lleva la gente votando cuatro o cinco mandatos) quita las escuelas municipales de música y da 180.000 euros a una corrida de toros. ¿Y ahora qué?
Desmantelan la enseñanza y luego dicen que es mala y tiene que ser privada. Pero esto ya se veía venir con Maastrich, puede que no se le vea relación pero fue la puerta al neoliberalismo en Europa que es igual a un capitalismo feroz, insaciable, y muchos votaron ese tratado, e incluso la falsa constitución europea. Menos mal que siempre nos salvan los franceses y no paro de lamentar porque no nos salvaron de verdad cuando el cerdo de Fernando VII.
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