sábado, 7 de septiembre de 2013

Estética del Patrimonio Histórico

La catedral de París, desde el Sena

Soy consciente de que a veces puedo resultar pesado insistiendo en la necesidad de conservar el Patrimonio Histórico. Creo que cualquier actuación sobre un elemento integrante de nuestro Patrimonio debe partir necesariamente del claro conocimiento de cuáles son los valores patrimoniales que lo hacen único, interesante, digno de ser conservado. Y cualquier actuación debe tener como objetivo la defensa total de esos valores patrimoniales. Aunque todos sabemos que no siempre se actúa de esta manera, no deja de sorprenderme encontrarme con actuaciones como las que, en una reciente visita relámpago a París, me entontré en el entorno de la iglesia de Notre-Dame.

Bromeando sobre la falta de interés generalizado por nuestro patrimonio, en ocasiones he lanzado la idea de convertir las naves de la Mezquita Mayor de Córdoba en aparcamiento vigilado para turistas. Visto lo visto, tengo que pedir disculpas por esta broma y asegurar públicamente que sólo era eso, una broma que hasta hace unos días no habría podido ni imaginar que alguien se tomara en serio.

¿Os preguntáis qué me ha pasado para pillar este mosqueo? Pues esto:

Intento de ver / fotografiar la portada, desde la izquierda

Segundo intento, ahora desde la derecha.

Todos sabemos que la catedral de París ocupa un lugar central en la ciudad. Junto a la Torre Eiffel, quizá sean los dos hitos fundamentales que, unidos por el Sena, articulan el centro urbano. Y la catedral es algo más que una sala cubierta de gran valor artístico dedicada al rezo católico (que, pedonad el inciso, pero acabo de descubrir que también puede encagarse por internet). Notre Dame, y el entorno de la Isla de la Cité, marca el eje en torno al cual gira una ciudad de diseño radial. Más que en ningún otro lugar, la catedral de París es un elemento patrimonial inseparable de su entorno urbano.

Hoy se admite generalizadamente que cualquier estudio de conservación de un elemento del Patrimonio Histórico debe tener en cuenta obligatoriamente su entorno. Una teoría relativamente reciente que, sin embargo, siempre ha estado presente en París. Porque Notre Dame siempre ha sido no sólo un edificio, sino también su entorno: esa visión desde la otra orilla del Sena, que ofrece una imagen romántica marcada por el exterior del ábside; y, sobre todo, una plaza, un amplio espacio público que permite tener una visión cercana de la portada esculpida y de esas dos potentes torres que la enmarcan identificando claramente el edificio. Una plaza que no es que esté junto a Notre Dame, es que es parte de Notre Dame. Y no me hace falta recurrir a sesudos estudios para ilustrar esta afirmación. Me basta con recordaros las escenas principales de la versión Disney de El jorobado de Notre Dame, en la que la plaza juega un papel tan importante como el propio interior de la catedral.

Pues ahora, precisamente para conmemorar el 850 aniversario de su fundación, a alguien se le ha ocurrido la feliz idea de colocar una inmensa estructura que ocupa buena parte de la plaza y que, a cambio de romper tanto la estética como la funcionalidad que ha tenido siempre este espacio urbano, nos permite a los turistas ver desde un único punto de vista la portada. Pero, eso sí, cómodamente sentados (o casi). Una agresiva actuación que no está tan lejos de esa broma, que intentaré no volver a repetir, de proponer que el interior de la Mezquita de Córdoba se convierta en un gran aparcamiento. Y creo que todo parte de un grave error de base, por desgracia muchas veces repetido: actuar sobre bienes patrimoniales sin haber estudiado y tomado conciencia previamente de cuáles son los valores que los convierten en dignos de ser conservados y legados a las generaciones futuras, en parte de nuestro Patrimonio. En este caso, Patrimonio de la Humanidad.

Visión lateral, pero casi completa de la portada.


1 comentario:

José Manuel Fuerte dijo...

Pues ya que comentas el "atentado publicista" de la Plaza de Notre Dame, y haces referencia a la Mezquita de Córdoba, tampoco habría que olvidar los "pasquines" de cuatro por dos metros, que de vez cuando cuelgan en la fachada de la Mezquita conmemorando cualquier evento esotérico-religioso y que probablemente vayan colgados en ganchos de acero inoxidable, sujetados por tacos del cuatro comprados en el Leroy Merlin, eso sí, en oferta.

No es que te pongas pesado con la protección de nuestro patrimonio, es que simplemente hay mucha gente que no entiende que ese patrimonio nos pertenece, y que tenemos la obligación de cuidarlo y mantenerlo para futuras generaciones.

Enhorabuena por tu entrada.
P.D. Espero que por lo menos hayan dejado de permitir en Notre Dame el chiringueo de baratijas en la fachada norte, que daba vergüenza.