sábado, 16 de julio de 2016

La seriedad de la risa. A propósito de una teatralización histórica.


Admito que siempre he sido un poco transgresor, y que siempre me ha molestado el maniqueismo, la clara división entre lo bueno y lo malo, lo serio y lo jocoso. No he entendido nunca a los puristas, a esos que se alarman ante cualquier atisbo de fusión en el flamenco, como si los palos actuales los hubiera creado Dios en el Séptimo Día a primera hora de la mañana. Y reconozco que he disfrutado en El Silo con formas alternativas para acercar la música a clásica a todos los públicos como las utilizadas por Ara Malikian o Las Funanviolistas, por poner algún ejemplo. Para mí, tiene mucho más valor la capacidad de difundir la cultura que el respeto a supuestos purismos. Algo parecido me sucede con la seriedad de la Historia. No es que no me moleste la falta de rigor de muchos seudohistoriadores (que me molesta, y mucho), pero recocozco que me gusta la buena novela histórica. Esa que cuenta historias inventadas insertándolas en escenarios históricos plausibles. Y que, como he dicho en algunas ocasiones, permite describir el ambiente de una época determinada no sólo de forma más amena que el duro y riguroso estudio científico, sino muchas veces también de forma más completa.

Siendo tan poco amante del "purismo", no puede extrañaros que, cuando Manolo Marín me preguntó hace ya tiempo mi opinión sobre la locura de teatralizar con humor la historia de Los Pedroches, la idea me pareciera genial. Y cuando, algunos meses después, me comentó que la cosa iba tomando forma y que se presentaría a través de un grupo que tomaba el nombre de "Los Mejía"... Uf. Los Gonzalo Mejía y la Tierra del Pedroche... El siglo XV en nuestra comarca. Esto pintaba cada vez mejor.

Tras dos representaciones a las que no pude asistir, el pasado jueves se presentaban Los Mejía en El Silo y, esta vez sí, tenía que verlos. Un único comentario: ¡¡¡Geniales!!! Si queréis saber lo que vimos y cómo disfrutamos, podéis leer la entrada que le dedica a la representación Antonio Merino en Solienses, y que parece que hubiera escrito en nombre de todos los que disfrutamos de un espectáculo diferente, único, de esos en los que uno aprende... pero sobre todo se divierte.

Una representación con buenas dosis de datos históricos, muy bien hilados, mezclados con leyendas, pero delimitando claramente el ámbito real del legendario. En medio de las constantes carcajadas, estoy seguro de que muchos espectadores pensaron en la riqueza de nuestra historia, en que merece la pena conocerla mejor, en que tenemos cosas que merecen ser contadas. Porque la Historia estaba en el centro de las diferentes escenas representadas, pero la calidad no estaba sólo en los datos que han ido recopilando (me consta que recurriendo a fuentes de información muy diversas, y a variados informadores), sino en el tratamiento que han dado a esta información. Teniendo claro que el objetivo es montar una obra de teatro, y no elaborar un discurso más o menos histórico, el espectáculo cuenta con un guión trabajado y muy conseguido, con una interpretación bastante más que correcta y con un complemento musical que adereza en su justo término un conjunto que resulta definitivamente delicioso.

Los pelirrojos de Añora se mezclan en la primera parte con una teatralización casi lorquiana; un concurso para el público atrapa definitivamente al espectador metiéndolo en el juego entre un estribillo pegadizo que a mí me recordaba algunos gags de Les Luthier; y la leyenda de la conquista de Santa Eufemia por los calabreses nos permite disfrutar de una escena redonda, coronada por la guinda de ese Manolo Marín transmutado en la madre de Bryan. Para terminar con toda una declaración de intenciones: "Los Mejía, Los Mejía, siempre pensado en alguna fechoría". Sólo les queda mantener el espíritu de los sucesores de Pedro Carrillo, de los señores de Santa Eufemia, de los Mejía, y adueñarse de la comarca de Los Pedroches como el jueves pasado se hicieron dueños del Teatro El Silo.


jueves, 7 de julio de 2016

La Plaza (II). Algunas opiniones

Infografías de tres posibilidades en la web municipal
Tras publicar la entrada anterior, dedicada a los proyectos de reforma o demolición del Mercado de Abastos de Pozoblanco, se ha generado un debate que no quería dejar perdido en el oculto abismo de los comentarios. Se me pide mi opinión sobre diferentes asuntos, de forma que he decidido intentar ordenar un poco lo que pienso sobre los proyectos puestos sobre la mesa en esta nueva entrada.

1. "Sin entrar en cuestiones políticas..."

Si no entramos en cuestiones políticas, no debatimos sobre el futuro de este espacio urbano. Porque debatir sobre el futuro de nuestro pueblo es, directa y llanamente, hacer política. Con todas sus letras.

2. ¿No sabes qué opinas sobre el derribo de la plaza?

Manolete, Manolete, si no sabes torear ¿"pa qué" te metes? viene a decirme un comentario anónimo. He intentado explicarlo, pero a ver si consigo dejarlo un poco más claro: desde el momento en el que se trata de un edificio protegido, en un pueblo donde ya nos lo hemos cargado todo... mi opinión inicial es que habría que conservar La Plaza. Pero sé que es necesario hacer un estudio en profundidad antes de tomar una decisión, y de ahí que, sin tener toda la información, prefiera no decantarme radicalmente por la solución final. Aunque sé que gente con bastante menos idea (no por inteligencia, sino por una simple cuestión profesional) opina alegremente en la encuesta municipal.

Pongo un ejemplo: comenta Juan Andrés Molinero en La Comarca que el arquitecto Rafael de la Hoz intervino en el diseño del edificio. Un dato interesante, sin duda. Porque no tenemos muchos edificios "firmados" en Pozoblanco, y porque estamos ante uno de los arquitectos modernos que más edificios tiene catalogados por su valor artístico. Formado en Madrid y en el prestigioso MIT norteamericano en los años 50 del siglo XX, Rafael de la Hoz tiene entre otros premios la Medalla de Oro de Arquitectura o el Premio Nacional de Arquitectura. En los años 70 fue Director General de Arquitectura, impulsando desde ese cargo la redacción de las primeras Normas Técnicas de la Construcción. Y en los años 80 presidió la Unión Internacional de Arquitectos. En principio, pienso que el mercado de Pozoblanco debió de ser una obra menor, de esas "alimenticias" (que dan de comer a su autor) proyectada en su estudio cordobés. Pero me gustaría contar con un estudio que avalara esta teoría porque ¿y si resulta que La Plaza tiene interés dentro de la obra de uno de los arquitectos internacionales más importantes del siglo XX?

Resumiendo: creo que no es oportuno el derribo, que se debe mantener la protección. Y además, que estamos ante un rectángulo con múltiples posibilidades de reordenación interna respetando su actual nivel de protección. Un espacio muy versátil, una "Plaza" cubierta, en lugar de al aire libre (¿de verdad que nadie ha pensado en esto?) Pero estoy dispuesto a dejarme convencer, siempre primero con los informes técnicos adecuados y después con argumentos de peso.

3. ¿Cambiar "La Plaza" por "una plaza" mejorará el futuro de Pozoblanco?

El comentarista anónimo está completamente seguro. Yo no. No creo que una plaza abierta, en el lugar donde está, facilite el desarrollo de la zona. Creo que el centro comercial de Pozoblanco hay que potenciarlo, para evitar que todo el desarrollo se vaya al extrarradio norte. Durante décadas hemos fallado en el diseño de futuro para el urbanismo de Pozoblanco, colocando todos los polos de atracción urbana en el norte. Y ha surtido efecto: el pueblo se va hacia el norte. Por eso creo que hay que actuar en toda la zona sur, la más degradada, empezando por la revitalización del centro. Si cambiamos el actual mercado por un edificio más moderno, podemos convertirlo en un centro de atracción comercial. Y empezar a recuperar el eje Mercado - Calle Real - Calle del Toro que conecta con el nuevo foco comercial del norte. Impidiendo la degradación del centro urbano.

Creo que si sustituimos la dedicación comercial de este espacio por... ¿una zona verde?, por una plaza abierta, habremos perdido la oportunidad de empezar a trabajar por el reequilibrio urbano. Perdida su condición comercial y con unos edificios envejecidos, con los problemas de circulación inherentes a un casco histórico pero sin las ventajas de tranquilidad, de belleza... ¿quién va a querer  vivir en este barrio? Creo que es algo que tendríamos que meditar, que debatir... Pero en cualquier caso me niego a admitir sin posibilidad de réplica que la apertura de una plaza abierta en La Plaza vaya a mejorar el centro urbano. No me lo creo.

4. ¿Y el aparcamiento?

El proyecto de derribo del Mercado acaba con su función comercial. Porque ese pequeño "testigo" no sería otra cosa que una concesión a desgana... sin ningún futuro. El comercio atrae al comercio, y dejar un reducido mercado no solucionará, sino que ahondará aún más el problema de falta de clientes del actual. Y, terminada su función comercial, contaremos por fin con un gran aparcamiento. Independientemente de la oportunidad o no de excavar rompiendo un gran bloque de granito para hacerlo posible ¿para qué queremos aparcar donde no hay nada que hacer? Me dicen que lo podremos aprovechar los vecinos. Bien, pagamos entre todos y a mí no me vendría mal tener aparcamiento frente a mi casa, así es que por intereses personales me voy a callar.

5. La necesidad de una reforma integral

Dice el comentarista anónimo: "Cualquier actuación urbanística funciona por vasos comunicantes y si se plantea actuar en una zona concreta, se debe estudiar su impacto no solo en dicha zona, sino también en aquellas conectadas". Y yo estoy totalmente de acuerdo. Aunque no veo ni rastro de esas actuaciones en el centro. En Córdoba, las peatonalizaciones en el centro comercial siguen avanzando. Tras las protestas generadas por las primeras, ahora nadie parece levantar la voz ante la peatonalización de Capitulares, de la zona del Ayuntamiento. Para entendernos, como si en Pozoblanco fuera peatonal la calle del Toro, ahora planteáramos peatonalizar la zona del Mercado para, finalmente, cerrar al tráfico el área del Ayuntamiento y calle Real. No me miréis con esa cara, que es lo que están terminando de hacer en Córdoba. Con un proyecto claro (ojo, y diseñado y ejecutado por gobiernos de muy distinto signo político).

Y no me vale decir que una vez decidido el modelo del Mercado pasaremos a ver su incidencia en el resto del pueblo. Porque yo creo que hay que actuar en el Mercado para conseguir una serie de mejoras en el conjunto del pueblo. El objetivo, para mí, no es el Mercado (ni el área comercial, ni la supuesta plaza), sino la revitalización del centro urbano y la recuperación de un eje histórico que comunicaba norte y sur. Y, pensando así, creo que esto es previo a cualquier discusión sobre las obras a realizar en La Plaza.

6. La conservación mal entendida del Patrimonio Histórico...

En todo el debate se puede observar una línea argumental clara por parte de "anónimo": el fin, que no es otro que la apertura de la plaza pública (ya he dicho que no coincido en esto tampoco), justifica los medios, aunque estos consistan en el derribo de un edificio protegido. El patrimonio no puede lastrar nuestro futuro... ¡Cuántas veces habré oído yo esto en Córdoba refiriéndose a los restos arqueológicos! Y dicho por los mismos que luego presumen compartiendo en facebook imágenes alucinantes de la Mezquita o de Medina Azahara. Ay, señor, señor.

En un comentario anterior, yo lanzaba una pregunta sobre esto: La teoría de que "no podemos parar el progreso" que se deduce de tus palabras ¿servía también para el Partenón? ¿O para ese puente romano de Córdoba que tanto ha estorbado? Y añadía después: Si existe un nivel de protección para un elemento del Patrimonio Histórico, hay que aplicar la normativa que afecta a ese nivel de protección, sin diferenciar si estamos ante un templo romano o una trinchera de la Guerra Civil. Lo contrario, valorar "lo antiguo" nos ha llevado a donde estamos, a un pueblo en el que tenemos poco que conservar, porque ya nos lo hemos cepillado todo. Con mal gusto, además, como puede demostrarse con un simple paseo por Pozoblanco.

7. Profesionales... en la barra de la taberna.

Lo que defendía en la anterior entrada era, por encima de todo, que el fin no justifica los medios, y que los profesionales del Patrimonio Histórico no deberían ser ninguneados cuando se trata de definir qué valores artísticos o históricos tiene un determinado elemento protegido. Pese a haberlo repetido varias veces, parece que no se quiere entender cuál es mi postura, y por eso la repito: si uno tiene una avería y llama a un fontanero, luego le paga y conserva una factura donde consta el nombre y el CIF de la empresa; si uno quiere un informe sobre la capacidad de su instalación eléctrica, llama a un instalador titulado, y luego le paga el informe que éste ha firmado con su nombre. Si uno quiere un informe sobre la estabilidad o capacidad de carga de una estructura, llama a un arquitecto que le firma (con su nombre, DNI y todos los datos necesarios) y, por supuesto, le paga. Y en la firma y el pago está implícita la garantía y la responsabilidad del firmante. Todo claro como el agua.

Ahora bien, si queremos saber si el edificio de "La Plaza" tiene unos valores históricos o artísticos que sean dignos de conservación... pedimos opiniones a historiadores, historiadores del arte (supongo que especialistas en "ordenación del territorio" o geografía urbana no se les habrá ocurrido) y luego aplicamos como veamos lo que nos han dicho de palabra. ¿No es raro esto? A esto me refiero cuando hablo de "arreglar el mundo en la barra del bar". Señores, esto no es que no valga, es que no es serio. Es una vergüenza que alguien pueda pensar que esto puede funcionar así. Lo que yo opino desde este blog no tiene ninguna validez. Porque si la tuviera, yo tendría que asumir mi responsabilidad. Y no firmaría estas opiniones sin haber estudiado con detalle qué lugar ocupa La Plaza entre los proyectos de Rafael de la Hoz, por ejemplo. Que los informes de los historiadores salen de horas de trabajo.

Y no es que no se encuentre a los profesionales adecuados para la redacción de esos informes. Es que no se buscan. Se me ocurre, para ello, que se puede acudir al Colegio Oficial, y pedir información sobre aquellos colegiados que estén de alta en Actividades Económicas con el código correspondiente a "Actividades de museos y conservación de lugares y edificios históricos". Y revisar también las empresas que ofrecen estos servicios. O recurrir a la Universidad: la UCO ofrece un máster con el título de "Gestión del Patrimonio Histórico desde el Municipio" que, digo yo, igual tiene algo que ver con problemas como éste...  Además de contar con Departamentos de Historia del Arte o de "Geografía y ciencias del Territorio". Que os aseguro que también en estas profesiones hay gentes a las que les gustaría asegurarse sus tres comidas al día.

8. Los procedimientos y los tiempos.

Repito lo dicho antes:

¿Se puede plantear tirar "La Plaza" para hacer "una plaza"? Por supuesto que se puede plantear (ahí estoy de acuerdo contigo, hay que estudiar todas las opciones antes de decidir). Pero requeriría hacerlo de forma correcta, siguiendo los pasos adecuados:
1. Estudiar si es posible y conveniente levantar la protección del edificio. No por encuesta, sino con técnicos competentes y tomando las decisiones por los organismos y según los procedimientos legalmente establecidos.
2. Una vez levantada la protección (en caso de que así sea), se pregunta a la ciudadanía si quieren tirar el edificio o reformarlo.

Luego añadía que, en cualquier caso, no es algo que pueda hacerse en poco tiempo, que no tendríamos resultados en esta legislatura de prosperar la idea de derribar el edificio. Y no es una opinión política. Es que, según tengo entendido, la eliminación del nivel de protección requiere los mismos mecanismos y procedimientos que conllevó su aprobación (PGOU). O sea, informes de diferentes instituciones, plazos y estudios... Varios años.