martes, 28 de mayo de 2013

Sobre el castillo de Madroñiz


Madroñiz, durante la visita organizada por Solienses

El castillo de Madroñiz es uno de los elementos patrimoniales menos conocidos de la comarca de Los Pedroches. Situado en término municipal de El Viso, se accede a él a través de una estrecha y maltratada carretera que parte de Belalcázar hasta alcanzar, junto al río Zújar, las inmediaciones del límite de Andalucía. Es una propiedad privada, pocas veces accesible para la visita pública. Quizá este hecho tuvo algo que ver en el gran éxito alcanzado por la propuesta lanzada desde la web Solienses, que programó y realizó una visita con la que conmemoraba sus 10 años de existencia [pueden verse también reportajes gráficos de la visita en el blog de Pedro de la Fuente y en Hinojosa Digital].

El río Zújar, desde Madroñiz
La fortaleza se encuentra enclavada en un lugar de gran valor estratégico. Alejado hoy de todos sitios, por sus proximidades discurrían dos importantes caminos históricos: un ramal de la comunicación Córdoba - Toledo que pasaba por el actual Belalcázar y, en sentido este - oeste, una importante vía natural que recientemente ha sido rescatada para el proyecto, que no sabemos si alguna vez se veremos hecho realidad, de comunicación entre Valencia y Lisboa. Este hecho nos hace suponer que pudo existir aquí un antiguo castillo islámico del que, en cualquier caso, no quedan restos visibles. No se ha identificado con ninguno de los enclaves fortificados mencionados en las fuentes historiográficas musulmanas y, a falta de estudios arqueológicos, la existencia del Madroñiz andalusí no puede superar hoy la categoría de mera hipótesis.

Sin embargo, esa hipótesis parece confirmarse por el hecho de que el castillo existiera en época de Fernando III, inmediatamente después de la conquista castellana de este territorio. El monarca creó en su entorno el más extenso ámbito territorial de las tierras cordobesas al entregarlo en donación a su hijo, el infante don Manuel, junto con una extensión de 100 yugadas de tierra. Tras pasar por manos, entre otros, de Don Manuel y su hijo (el infante Don Juan Manuel), Fernán Gómez de Toledo y Diego García de Toledo, Pay Arias de Castro, Martín Fernández de Córdoba o Diego Fernández de Córdoba, en 1447 su propietario, Diego Fernández de la Trinidad acuerda su entrega, cambiándolo por diferentes posesiones en la Campiña cordobesa, a Gonzalo Mejía, señor de Santa Eufemia. En manos de sus herederos permanecerá hasta 1912.

Escudo de los Mejía, en una de las salas interiores conservadas
Lo que hoy se conserva de esta fortaleza es fruto de diferentes reformas (evidentes las realizadas durante el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX) sobre la edificación bajomedieval. De hecho, los más interesantes restos decorativos, de estilo mudéjar toledano, pueden fecharse a fines del siglo XV cuando los Mejía habían tomado posesión del edificio y quisieron dejar claramente marcada su propiedad.

Precisamente esta etapa nos ofrece los datos más curiosos sobre la historia del castillo de Madroñiz. Aunque la posesión por parte de Gonzalo Mejía no se confirmará hasta 1461, sabemos que el acuerdo de adquisición se había producido sólo tres años después de la señorialización de Gahete (actual Belalcázar) que tuvo lugar en 1444. Evidentemente, no es una casualidad. En el momento en el que el bachiller Piedrafita se está encargando de delimitar los términos del nuevo señorío del Maestre de Alcántara, el expansionista señorío de Santa Eufemia busca integrar en su jurisdicción unas tierras (la dehesa del Madroñicejo, que ya era propiedad de Mejía, y el castillo propiamente dicho) que siempre habían pertenecido al término de la ciudad de Córdoba y de su villa de Gahete.

Para conseguirlo, Mejía se hace con la propiedad del castillo y sus tierras aledañas, y no duda en utilizar todos los medios a su alcance (no necesariamente legales, por supuesto) para integrar estas propiedades en la jurisdicción de su señorío. Con este objetivo claro, el de Santa Eufemia no dudará en encargar falsificaciones de documentos. Tretas que se saldarán con un rotundo éxito, al modificarse en su beneficio una delimitación jurisdiccional que, en realidad, debía haber dejado Madroñiz dentro del término del señorío de Belalcázar.

La visita organizada por Solienses nos permitió conocer y valorar un enclave patrimonial de gran interés no sólo por su valor artístico o arquitectónico, sino también por su fascinante historia. Hace un tiempo, su interior fue acondicionado para servir de alojamiento turístico. Desechado finalmente este proyecto, su estado de conservación es, en general, bueno, aunque tras la visita a uno le queda la duda de si el abandono reflejado en el polvo o las goteras sin reparar, y en algún desperfecto más alarmante en algunos elementos estructurales, no terminará por provocar su destrucción final. Esperemos que el Ayuntamiento de El Viso, empeñado en la conservación y difusión de Madroñiz consiga evitar estos malos presagios.

Preocupantes daños estructurales en algunos elementos conservados
Para saber más:

Sobre su historia: Luna Rivera, M., El castillo de Madroñiz. Pozoblanco, 1988.
Sobre la decoración bajomedieval: Jordano Barbudo, M.A., "Ostentación del linaje de los Señores de Santa Eufemia a fines del siglo XV: las yeserías mudéjares del castillo de Madroñiz". Arte, Arqueología e Historia, 7 (2010),  pp. 15-19.
Sobre el cambio de jurisdicción del siglo XV: Cabrera Muñoz, E., "La jurisdicción del castillo de Madroñiz: un caso de falsificación documental". Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992), pp. 107-124.

viernes, 24 de mayo de 2013

5. Tierra de frontera

Candil (MPT) y braserillo (MAC). Siglo XII



"Durante el período andalusí, el norte de la actual provincia de Córdoba formó una provincia o kora militarizada con el objetivo de proteger la capital y las vías de comunicación que la conectan con la Meseta. Fahs al-Ballut (el Llano de las Bellotas) se convierte en la puerta de Córdoba.

A través de monedas, sellos o precintos, en la exposición se muestra cómo desde el inicio de la presencia islámica el control del territorio resulta crucial. Otras piezas, como las lápidas funerarias procedentes de la necrópolis de Pedroche, nos informan sobre la arabización de una provincia que, a partir de la conquista cristiana de Toledo (1085)  y hasta la toma definitiva de Córdoba en 1236 será tierra de frontera."

La exposición Mugawwar - Corduba se cierra con un último bloque titulado "Tierra de Frontera". Porque desde fines del siglo XI, la frontera entre cristianos y musulmanes se sitúa, precisamente, en la zona norte de la comarca de Los Pedroches. Una vitrina y dos piezas exentas sirven para ilustrar la última fase del dominio islámico sobre lo que fuera llamado "El Llano de las Bellotas" (Fahs al-Ballut).

La vitrina  muestra dos piezas de bronce fechadas en el siglo XII. De las colecciones del Museo PRASA Torrecampo se expone un candil con el asa decorada y repié alto, característico de esta época. Por su parte, el Museo Arqueológico de Córdoba aporta un interesante braserillo perteneciente a un conjunto de bronces de época almohade hallado en 1956 en la cordobesa Plaza de Chirinos. Se trata de un recipiente destinado a contener brasas, que podía ser utilizado para mantener caliente la comida.

Las dos piezas finales son dos inscripciones funerarias procedentes de Pedroche y fechadas en el siglo XI. Fueron estudiadas hace no mucho tiempo por el tristemente desaparecido Dr. Juan Antonio Souto Lasala, en un trabajo que se publicó en las Actas de las I Jornadas de Historia Local de Pedroche (el libro puede descargarse a través de la biblioteca histórica de Pedroche en la Red).

La primera de ellas fue entregada en el Museo Arqueológico de Córdoba tras encontrarse en el curso de las obras realizadas en el Parque de El Salvador en 1961. La segunda apareció algo después durante unas obras en el colegio (situado junto a dicho parque) y permaneció guardada en dependencias municipales de Pedroche hasta su depósito en el Museo PRASA Torrecampo. Fechadas repectivamente en los años 1017 y 1085, demostraría la existencia de un cementerio árabe (almacabra) extramuros, junto a una de las principales vías de salida de la antigua Pedroche islámica.

Resulta interesante descacar que segunda de estas lápidas presenta la fecha de defunción siguiendo el calendario cristiano ("en el primero del mes de agosto") como complemento del islámico. Según el profesor Souto, la explicación estaría en que el calendario islámico, lunar, no resulta práctico en el ámbito rural, donde meses y estaciones están muy directamente relacionados con las faenas agrícolas.


Lápidas funerarias procedentes de Pedroche. Siglo XI.

A través de un número reducido de piezas, la exposición Mugawwar - Corduba pretende mostrar, por lo tanto, que Los Pedroches no han estado históricamente tan alejados de la capital cordobesa como muchas veces tendemos a pensar. Además de permitir disfrutar temporalmente de una serie de piezas que actualmente no se encuentran expuestas al público de manera permanente.


lunes, 20 de mayo de 2013

4.2 Oriente y Occidente. Época andalusí

La vitrina dedicada a al-Andalus, durante el montaje



La segunda vitrina del bloque temático Oriente y Occidente en la exposición temporal Mugawwar - Corduba nos presenta, nuevamente con piezas procedentes tanto del Museo Arqueológico de Córdoba como del Museo PRASA Torrecampo, un rápido recorrido por la evolución histórica de al-Andalus.

Dinar indiccional. MPT, 5810.
Comenzando por la derecha, la primera pieza que encuentra el visitante es una pequeña moneda de oro de indudable interés, procedente de las colecciones del Museo PRASA Torrecampo. Fechada entre los años 712-713, inmediatamente después, por lo tanto, de la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica (en 711), este modelo se corresponde con las primeras acuñaciones de moneda de este importante período. Antes de tener definido un modelo de moneda propio, para poder realizar el pago a las tropas que participan en la conquista se acuñaron estas monedas que conocemos como sólidos de conquista (por corresponder su peso al del sólido bizantino) o dinares indiccionales (por fecharse no mediante la hégira, como después será habitual, sino por grupos de acuñaciones llamadas indicciones; la pieza de la exposición se corresponde con la XI indicción, lo que nos permite fecharla con precisión). El módulo está tomado del sólido bizantino, hay elementos púnicos, como la estrella del reverso, y a pesar de ser la primera acuñación árabe, la leyenda aparece en lengua latina. [Se puede acceder a una ficha más completa de esta pieza a través de la página web del proyecto Qantara, del Instituto del Mundo Árabe de París].

Precintos de plomo. Primera mitad del siglo VIII. MPT, 2322-2323

Detrás de esta pequeña moneda se exponen dos dirhemes emirales, ya con la tipología clásica de la moneda de plata andalusí. Estas piezas, pertenecientes a las colecciones del Museo Arqueológico de Córdoba, fueron acuñadas en Córdoba durante los mandatos de Abd al-Rahman I y al-Hakam I. Junto a ellas se exponen dos pequeñas piezas de plomo, fechadas en la primera mitad del siglo VIII, del Museo PRASA Torrecampo. Se trata de dos precintos que presentan una leyenda simple ("al-Andalus"). Su importancia histórica deriva no sólo del hecho de que se encuentren entre las primeras piezas en las que se menciona el nombre de la entonces provincia del Imperio Islámico, al-Andalus, sino también de su uso: el pago a las tropas se realizaba mediante monedas y metales preciosos que se trasladaban en pequeñas sacas; para evitar indeseados extravíos, estas sacas eran precintadas con estos elementos de plomo, que garantizaban la conservación durante el transporte de la integridad de su contenido.

Dedal con inscripción. Califal. MPT, 7575.
Este sistema de precintar las sacas se continuó utilizando durante toda la historia de al-Andalus. Lo que sí varió es la tipología de los precintos. En el siglo X, en plena época califal, estas piezas de plomo han sido sustituidas por placas circulares de bronce, con tres orificios por lo que se introducía la cinta que servía de precinto. En la superficie de estas placas encontramos una leyenda que únicamente hace referencia a los pesos contenidos en la saca, aunque sin mencionar si se trataba de monedas o de otros objetos de valor. En el centro de la vitrina se exponen dos de estos precintos, pertenecientes cada uno de ellos a uno de los museos representados en la exposición. Junto a estos precintos, y también de época califal, se exponen dos dedales utilizados para el trabajo el cuero (también uno del Museo Arqueológico de Córdoba y el otro del Museo PRASA Torrecampo) que presentan la particularidad de llevar en la punta una pequeña inscripción (amal Rasiq, que podemos traducir como "obra de Rasiq") que hace referencia probablemente al control de su fabricación en los talleres califales en época de al-Hakam II.

A su izquierda se presenta un conjunto de monedas almorávides de plata (qirates) junto a un cuño utilizado para la elaboración de estas piezas. Todo ello perteneciente a las colecciones del Museo Arqueológico de Córdoba y fechado en el siglo XI. La existencia de estas pequeñas acuñaciones de plata se explica por el tremendo auge de la circulación monetaria desarrollado en al-Andalus desde el califato, incomparable respecto a cualquier otro lugar de la Europa medieval. Las acuñaciones, en oro o en plata, pretenden en estos momentos afianzar la imagen de poder del Estado, utilizándose para pagos oficiales (tropas, impuestos, etc.). Pero en la Córdoba del siglo X la circulación monetaria fue mucho más allá, y se acuñaron una inmensidad de dirhemes de plata que fueron utilizados por buena parte de la población. El valor de esta moneda de plata era muy elevado para realizar pagos cotidianos, pero los cordobeses se habían acostumbrado a realizar muchos de ellos con moneda, en lugar del socorrido recurso del trueque de productos.

Para ello, ya desde el siglo VIII se habían realizado acuñaciones de moneda fraccionaria, de menor valor, en bronce. Pero estas monedas, llamadas feluses, no parece que alcanzaran un gran éxito. La moneda vale lo que su peso en metal, y resultaba muy complicado convencer a la población de que un determinado peso de bronce, metal no noble, puede tener el mismo valor que la plata o el oro. En su lugar, en la Córdoba califal fue muy habitual que se recurriera a recortar las monedas, realizándose los pagos mediante pequeños fragmentos de dirham. Así, en los relativamente abundantes tesorillos de la época suelen aparecer monedas completas junto a un gran número de fragmentos. En principio, este recurso no tenía que plantear mayores problemas (y así fue durante mucho tiempo), ya que el valor de los fragmentos, al igual que el de las piezas completas, se establece mediante una balanza: tanto pesa, tanto vale. Pero desde el punto de vista religioso sí existía un inconveniente: las monedas contienen leyendas que reflejan el carácter religioso del Estado y, si no es tan problemática la ruptura de la pieza de plata, sí puede llegar a serlo, mediante un análisis riguroso, la ruptura de estas leyendas. Para conjugar la necesidad de monedas de menor valor que el dirham con la desconfianza que la población siente ante piezas monetarias realizadas en metales diferentes al oro y la plata, los almorávides recurrieron a la acuñación de estos pequeños qirates.

También una moneda sirve para cerrar este bloque de la exposición. A pesar de su aspecto, y de presentar las leyendas en árabe, se trata de una moneda castellana, acuñada por Alfonso VIII a fines del siglo XII y que, por su semejanza con las monedas musulmanas, se conoce como morabetino. Los monarcas castellanos llevaban tiempo sin acuñar moneda de oro, y Alfonso VIII sabía que estas piezas otorgaban prestigio al Estado, al ser indicativas por una parte de la riqueza del territorio y por otra del control que sobre éste podría ejercer el monarca. Para el diseño de la moneda, al igual que les había sucedido a los musulmanes en el 712, no existía ya una tradición que seguir. Por ello, los castellanos deciden inspirarse en el dinar almorávide, la moneda de mayor prestigio (el "dolar" de la época, para que nos entendamos).

Morabetino. S. XII. MPT, 5806.
En su diseño se introducen pequeños pero interesantes cambios. Respecto a las leyendas, se mantiene la mayor parte de las presentes en la moneda almorávide. Lo que se suprime es la profesión de fe ("No hay más Dios que Dios"), debido a los tradicionales debates religiosos entre el Islam y el Cristianismo. Podemos resumir la parte central de este debate en que los musulmanes acusaban a los cristianos de politeístas, por su consideración de la triple naturaleza de Dios (la Santísima Trinidad), frente a la que contraponían la absoluta unidad del Altísimo que está en la base de la profesión de fe musulmana. Con estos precedentes, podemos entender que Alfonso VIII decidiera colocar en lugar de la profesión de fé una gran cruz cristiana (en la parte superior del círculo central) y, debajo, las iniciales de su nombre A-L-F.

[Se puede acceder a una ficha más completa de uno de los morabetinos pertenecientes al Museo PRASA Torrecampo a través de la página web del proyecto Qantara, del Instituto del Mundo Árabe de París].

viernes, 17 de mayo de 2013

Los Romero de Torres y los Museos

Postal. Julio Romero de Torres. Roma, 1889
En torno al 18 de mayo, los museos de todo el mundo celebran el Día Internacional de los Museos. Como todos los años, los museos cordobeses llenan la ciudad de actividades culturales. Anoche, el Museo Arqueológico dio el pistoletazo de salida con la publicación del fallo del jurado del X Concurso de Relato Breve (1, 2 y 3). Unos días antes (en este caso, el pasado martes 14 de mayo), los profesionales de los museos nos reunimos en el Cementerio de San Rafael para rendir un tributo a una familia esencial en el desarrollo del arte, de los museos y de la cultura cordobesa: la de Rafael Romero Barros. En esta ocasión, me tocó a mí leer el discurso de homenaje, cuyo texto reproduzco a continuación.




Homenaje a los Romero de Torres
Córdoba, 14 de mayo de 2013
Juan Bautista CARPIO DUEÑAS
Director del Museo PRASA Torrecampo



Por sexto año consecutivo, los profesionales de los museos, del arte y del Patrimonio Histórico nos reunimos aquí para rendir homenaje a la familia Romero de Torres.

Hoy vivimos en una sociedad muy compleja. A pesar de ser la mayoría de nosotros historiadores, muchas veces olvidamos recordar el pasado de nuestra profesión. Y, cuando lo hacemos, los indudables avances tecnológicos y la reciente definición científica de nuestras profesiones nos hacen mirar atrás con un cierto aire de superioridad. De ahí la importancia de esta cita anual que nos permite valorar el trabajo de los diferentes miembros de la familia Romero de Torres que, en Córdoba, pusieron las bases de nuestra profesión.

Cuando, en 1862, Rafael Romero Barros se trasladó a Córdoba, la ciudad era un verdadero páramo cultural. Llegó para montar y dirigir el museo de pinturas (y luego también arqueológico), que se había instalado poco antes en el Hospital de la Caridad. Más tarde se integrarían en el edificio la Escuela de Bellas Artes, la Real Academia y la Biblioteca Provincial, para configurar el más importante núcleo cultural de la Córdoba de fines del siglo XIX.

Faltaban aún muchos años para que el ICOM definiera las funciones que debe cumplir todo museo. A pesar de ello, Romero Barros y después de él su hijo, Enrique Romero de Torres, al que sucedería en la dirección del museo Rafael Romero de Torres Pellicer, desarrollaron un verdadero programa de conservación, documentación, investigación, difusión y disfrute del Patrimonio Histórico.

La labor de Rafael Romero Barros en la Escuela de Bellas Artes, paralelo y complemento perfecto para el museo, hizo posible el nacimiento de una nueva época dorada del arte cordobés, y sus frutos llenaron buena parte del siglo XX. A su hijo Enrique, por su parte, le debemos la conservación de los edificios que hoy disfrutamos en la Plaza del Potro, desde la Posada hasta la fachada del antiguo Hospital de la Caridad. Durante varias décadas, Enrique desarrolló un verdadero proyecto de rehabilitación integral de los valores patrimoniales de este espacio urbano, aunque en su época todavía no se utilizara esta terminología.

Porque los Romero fueron, desde el principio, adelantados a su tiempo. Y, si hay que destacar una característica fundamental entre su ingente labor, yo escogería su clara visión de la capacidad del arte, de los museos y del Patrimonio Histórico para transformar la sociedad en la que vivían. Enseñando artes aplicadas a la industria a hijos de trabajadores; abriendo las aulas a la mujer; luchando por la conservación del Patrimonio heredado para legarlo a las futuras generaciones; poniendo su trabajo, en definitiva, al servicio de la sociedad.

Y todo ello lo hicieron con una absoluta precariedad de medios. Por eso es importante que los profesionales de los museos, del arte y del Patrimonio Histórico dediquemos este día a recordar su memoria. Y que tengamos presente en nuestro trabajo que no todo se ha inventado en las últimas décadas, y que nuestra escasez presupuestaria, que seguramente los Romero de Torres verían como verdadero lujo asiático, no es excusa para olvidar cuál es la función principal de nuestra profesión: poner la cultura al servicio de la sociedad. Para hacernos así dignos herederos del trabajo de gestión cultural desarrollado por tres generaciones de esta familia clave para la cultura cordobesa.





lunes, 13 de mayo de 2013

Homenaje a los Romero de Torres



"Los profesionales de los museos, del arte y del Patrimonio Histórico de Córdoba y su provincia tenemos una cita el próximo martes 14 de mayo a las 19.30 h. para rendir nuestro anual tributo a los Romero de Torres. Porque desde la llegada a Córdoba de Rafael Romero Barros, esta familia estuvo estrechamente vinculada al despertar de los museos, del arte y de la preocupación por la conservación y puesta en valor del Patrimonio Histórico cordobés.
Para ello, nos reuniremos en un breve acto que tendrá lugar en el Cementerio de San Rafael (Córdoba). Tras la presentación, que en esta ocasión estará a cargo de Juan Bautista Carpio Dueñas, director del Museo PRASA Torrecampo, realizaremos la ya tradicional ofrenda floral.
Os animamos a todos a sumaros a este homenaje que dedicamos a quienes, como pioneros, pusieron las bases que nos permiten hoy disfrutar de nuestra profesión."

viernes, 10 de mayo de 2013

4.1 Oriente y Occidente. Época visigoda


Vista general de la parte final de la exposición


"La decadencia del sistema político romano no supuso el final de los contactos comerciales y culturales. Al contrario, durante la época visigoda continúan confluyendo en estas tierras influencias indoeuropeas y orientales, procedentes de los mundos germánico y bizantino.


Se reactiva la explotación de los yacimientos mineros y, con el comercio de los metales, la actual comarca de Los Pedroches sigue conectada con los principales centros económicos europeos y mediterráneos. En época andalusí, Córdoba, capital de al-Andalus, cumplirá nuevamente una función de puente entre Europa y Oriente.


En la exposición, esta mezcla cultural  es visible a través de representaciones de animales afrontados, piezas de rica orfebrería o monedas de la época."


A través de las piezas integradas en dos pequeñas vitrinas, en la exposición Mugawwar - Corduba se pretende mostrar la mezcla de influencias que dan lugar primero a la formación de la cultura visigoda (vitrina 1) y después de la cultura andalusí (fundamentalmente vitrina 2).

Durante el período que llamamos genéricamente visigodo llegan a tierras cordobesas multitud de influencias, principalmente germánicas y bizantinas, que se superponen al sustrato cultural hispano - romano para crear una cultura característica de este período histórico.

Ponderal bizantino. MPT, 2331.
El contacto con Bizancio queda patente, por ejemplo, en los dos caracteres griegos que decoran la parte superior del ponderal que se muestra en la vitrina. Se trata de un elemento de bronce que era utilizado como pesa de precisión para comprobar el peso de monedas y metales preciosos. Aunque hoy nos parezca curioso, estos elementos eran muy útiles en la Antigüedad, cuando el valor intrínseco (lo que cuesta el oro o la plata usados en la acuñación) y el extrínseco (el valor establecido para la moneda) eran coincidentes.

Para comprobar el valor de un conjunto de monedas lo más fácil era proceder a su pesado con una balanza. Una imagen, por otra parte (la del mercader o cambista pesando monedas junto al mercado) que hemos visto repetidas veces en películas y recreaciones históricas. Las dos letras griegas, indican el peso exacto de 6 uncias (esta pieza pesa 164,2 gr) correspondiente al semis. Utiliza, por lo tanto, al sistema de pesos romano, que divide la libra (de 327 gr) en 12 uncias. En cuanto a los caracteres griegos -en la imagen se encuentran invertidos-, el primero es una Omicron, que nos indica que el patrón usado es la uncia (si fuera la libra, se habría colocado la letra Lambda); el segundo -aparece en primer lugar en la imagen-, la digamma, es el numeral correspondiente al 6.

Al tema de los grifos afrontados dediqué una entrada anterior, correspondiente a la charla que, con motivo de la "pieza del mes" del pasado marzo, impartí en el Museo Arqueológico. Sólo me detendré ahora a destacar que este modelo tendrá un largo recorrido en el arte cristiano, apareciendo representado profusamente en el Románico y también en el arte musulmán, donde el elemento central cambia de la fuente original a una estilización vegetal que llamamos comúnmente árbol de la vida. Así aparece en el fragmento  en mármol que se expone, perteneciente a las colecciones del Museo Arqueológico de Córdoba y que habría formado parte de la decoración de una almunia cordobesa de época califal.
Vitrina núm. 1 del bloque temático 4

El período comprendido entre la caída del Imperio Romano y la conquista islámica, al que nos referimos genéricamente como visigodo, es uno de los grandes desconocidos de nuestra historia. La importancia de la Qurtuba califal y el auge que durante las últimas décadas han experimentado los estudios sobre la Corduba romana han convertido a la Córdoba visigoda en la gran olvidada. Sólo recientemente algunos investigadores han comenzado a interesarse por su estudio, en algunos casos con resultados espectaculares. Entre estas investigaciones recientes, destacaría la labor del Dr. Jerónimo Sánchez Velasco y su estudio sobre los "Elementos arquitectónicos de época visigoda en el Museo Arqueológico de Córdoba".

Por lo que se refiere a la comarca de Los Pedroches, faltan estudios arqueológicos de todas las etapas históricas, y el mundo visigodo no es una excepción. Creo que se debe destacar, en cualquier caso, la importancia de los restos materiales de esta época procedentes de la comarca conservados tanto en el Museo Arqueológico Nacional o el Museo Arqueológico de Córdoba (colecciones Aulló, Carbonell y Riesgo principalemente) como en el Museo PRASA Torrecampo. En la actualidad, diferentes investigadores están realizando estudios sobre estos materiales, que esperamos que nos permitan conocer mejor un momento muy interesante de nuestra historia.