Nací enfrente de "La Plaza". Porque en Pozoblanco nadie iba a comprar al Mercado, sino a La Plaza. Mi calle, la que rodea este edificio, nunca ha tenido nada de plaza, pero se llamaba "Plaza". Primero, "de José Solís", para cambiar su nombre, tras eliminar a ministros franquistas del callejero, por la actual denominación de "Plaza del Mercado". Quizá porque en Pozoblanco nunca tuvimos una plaza digna de ese nombre.
"La Plaza" fue el indiscutible centro comercial de la comarca de Los Pedroches durante décadas. Y al igual que en tiempos podía utilizarse como símbolo del auge comercial de Pozoblanco, desde hace ya años ejemplifica perfectamente la crisis del comercio tarugo, especialmente en el centro histórico. Lo que hay, va irremediablemente hacia el norte, hacia "La Salchi". La especulación urbanística, que también existe en nuestros pueblos, tiene mucho que ver con estos cambios.
Ante esta situación, caben dos soluciones: aceptar la evolución, y dejar que el centro muera poco a poco en beneficio de los nuevos barrios comerciales y residenciales, o actuar para revitalizar el centro. En mi caso, opto claramente por la segunda opción. Por eso durante la legislatura en la que he sido concejal en el Ayuntamiento de Pozoblanco, nuestro grupo apostó por la reforma del Mercado de Abastos y la paulatina peatonalización del centro urbano. Para revitalizar una tradicional arteria comercial que, desde "La Plaza", subía por la "Calle del Toro". Llegando, justo, hasta donde hoy comienza el verdadero centro comercial de Pozoblanco. Por esta misma razón me he mostrado muy crítico con la pretensión del actual gobierno de Pozoblanco (PE+, que es un grupo "independiente" liderado por el actual alcalde, que ya llevaba 14 años como concejal cuando se presentó a las elecciones con una "agrupación de electores", aliado con el PP) de permitir la instalación de una gran superficie comercial al norte de la población.
Ejemplos de planificación urbanística para revitalizar el centro hay muchos. Los que yo conozco pasan todos por la creación de áreas de preferencia peatonal. La propia configuración de nuestras ciudades y pueblos así parece exigirlo: el centro de calles estrechas y enrevesadas para el peatón, las modernas afueras con sus avenidas para los coches. ¿Por qué, entonces, pensar en un enorme aparcamiento subterráneo en La Plaza, derribando un edificio protegido para intensificar el tráfico por el centro?
Ya he reconocido que estamos hablando de un espacio que siento muy cercano. Y tengo que reconocer también que el absoluto desprecio por el Patrimonio Histórico que se deduce del planteamiento de una encuesta realizada por el ayuntamiento de Pozoblanco, y que destaca un buen artículo de Solienses, me toca en lo profesional. Por eso, no puedo callarme algunas opiniones.
1. El gran y necesario aparcamiento. Sería necesario si quisiéramos que pasaran por La Plaza muchos coches pero ¿eso es lo que queremos? En mi opinión, bastaría con un aparcamiento más reducido, que permitiera cargar la compra en el coche. Y, por supuesto, no tendría por qué ser subterráneo (para hacerlo tenemos que romper un enorme bloque de granito). ¿No podemos hacer en el centro aparcamientos en altura? En mi época de concejal, esta pregunta nunca fue contestada, pero tanto técnicos como políticos la rechazaban inmediatamente como inviable. No sé por qué.
2. Revitalizar el centro comercial histórico con aparcamientos, apostando por los coches. Bien. Es una opinión, tan válida como la mía (que es la contraria). Pero quien la defienda, por favor, que dé la cara, que nos explique los pros y los contras.
3. La encuesta. Ahí me han tocado, la verdad. ¿Harán una encuesta para decidir qué tipo de bisturí utilizarán los cirujanos en el Hospital de Los Pedroches? ¿O para decidir qué dimensiones tienen que tener los pilares que soporten el nuevo edificio de La Plaza? Es decir: sólo gentes que muestren un desprecio absoluto por la conservación del Patrimonio Histórico pueden trasladar a una encuesta la eliminación de la protección del edificio.
Remodelación integral del mercado con la protección estructural que a día de hoy tiene y que implica dejar toda la fachada exterior igual que está. Inversión aproximada: 2,4 millones de Euros.
Eliminar la protección estructural existente y recuperar un espacio público para la ciudadanía. Esa recuperación conllevaría utilizar todo el espacio para la construcción de aparcamientos subterráneos en toda la superficie de la plaza del mercado y en superficie un mercado adaptado a las necesidades de hoy en día y el resto de espacio sería una plaza pública abierta. Inversión aproximada: un 30% más que la Opción 1.
Por otra parte, a la opción 2 sólo le falta añadir una frase final: "Que es la opción más buena y más mejor de todas".
4. El Patrimonio Histórico. Varias veces he dicho por aquí qué entiendo por Patrimonio Histórico. Unas ideas que un anónimo comentarista en Solienses puede echar por tierra con todo el peso de "su cultura": "La casa de mis abuelos tenia más de cien años, la tiré, la hice nueva, y no paso nada, bueno si paso una cosa, que la calle quedó más bonita."
5. Los profesionales del Patrimonio Histórico. Se va a decidir si se elimina la protección al edificio del Mercado sin estudios de sus valores patrimoniales y sin intervención alguna de historiadores, historiadores del arte, urbanistas... Podría haber ayudado el estudio y la búsqueda de asesoramiento por parte de una oficina de Patrimonio Histórico que ya no funciona en nuestro Ayuntamiento (si has leído hasta aquí, te podrás hacer una idea de por qué la han eliminado). Pero no. Proteger o no este edificio se va a hacer ¡Por votación popular! Sólo puedo responder a voz en grito "¡Olé! ¡Coño!".
[¿Qué pienso yo? No tengo totalmente claro si es necesario conservar o no este edificio, porque necesitaría recoger más información, y más opiniones técnicas de historiadores, de historiadores del arte, de especialistas en urbanismo... Lo que sí tengo claro es que si yo, que por mi profesión tengo una cierta capacidad de análisis, no puedo definir en este momento mi postura, someter la decisión a una encuesta defendiendo que así se fomenta la participación ciudadana es una auténtica barbaridad.]