Con J.L. González y F. Onieva. Foto: Punto Radio Pozoblanco |
Reconozco que, en lecturas, soy bastante anárquico y un poco maniático. Qué se le va a hacer. No sigo ningún orden ni programación, sino que leo lo que en cada momento me apetece, y suelo tener más de un libro empezado a la vez. En cuanto a las manías, me cuesta mucho trabajo dejar a media lectura un libro, y suelo "engancharme" especialmente a aquellas obras que comienzan con una frase que, por alguna razón, me atrae especialmente.
Anoche presentamos en el Mirador del Teatro "El Silo" Los que miran el frío, de Francisco Onieva. Un conjunto de relatos centrados en los años de la Guerra Civil en la comarca de Los Pedroches. No es uno de esos libros que cuesta trabajo terminar. Al contrario, engancha desde su primera frase:
"Tal vez nada sucedió como lo recuerdo y la imaginación haya difuminado mi memoria a fuerza de escuchar una historia contada siempre por los otros (...)".El conjunto de relatos que integran el libro, primera incursión en la narrativa del poeta Onieva, nos ofrecen una panorámica global dura sobre los perdedores de la Guerra Civil: el pueblo, independientemente del bando al que defendieran o en el que les tocara pasar estos trágicos años. Debo reconocer que, como historiador, lo primero que me provoca la lectura es envidia. Sin eufemismos: nada de envidia sana, sino simlemente envidia. ¿Por qué un buen escritor puede, con una obra como esta, evocar de forma certera un momento de nuestro pasado que los historiadores sólo podemos esbozar de manera fría y parcial? ¡Ay! ¡El respeto a las fuentes y al método científico de investigación histórica!
A cada cual lo suyo, es cierto. Pero siento una cierta desazón al comprobar cómo cualquier lector puede obtener una visión mucho más real y completa del pasado leyendo una obra literaria bien documentada -como es el caso- que acudiendo a estudios completos e impecables historiográficamente como, pongamos por caso, el libro de Antonio Barragán sobre la incidencia de la Ley de Responsabilidades Políticas del primer franquismo. Al menos, los historiadores podemos consolarnos pensando que sin obras como esta última, los buenos novelistas no dispondrían de una información que, convenientemente mezclada con una dosis de ficción, de oficio y de arte, les permite escribir obras como Los que miran el frío. Un cóctel que, al estilo de James Bond, hay que servir siempre mezclado, no agitado.
El destino, la casualidad o simplemente ese carácter anárquico con el que se me ocurren las lecturas, hizo que el fin de semana pasado comenzara a leer una antigua obra de Peter Spufford que hasta el momento sólo había utilizado para buscar algún dato concreto: Dinero y moneda en la Europa Medieval. Se trata de un estudio que el autor comenzó a redactar en la década de los 60 del siglo XX, aunque sólo se publicaría a fines de los 80. Y que yo tenía prácticamente olvidado desde hace años en una estantería, precisamente hasta el sábado pasado. Cuando descubrí en la primera frase de su introducción, siguiendo estas manías mías, que tengo que leerlo entero:
"Puesto que generalmente los historiadores han encontrado difícil analizar y contar la búsqueda de la felicidad, se han concentrado en las otras dos preocupaciones esenciales de la raza humana, la búsqueda del poder y la búsqueda de la riqueza".
Por más que tenga claro, incluso apoyándome en la cita de Spufford, la diferencia entre los oficios de escritor y de historiador, a veces la lectura de obras como la de Onieva me producen una insana envidia. Lo reconozco.
Más información:
La noticia, en la web del Ayuntamiento de Pozoblanco.
Nota sobre la presentación en el blog de Punto Radio Pozoblanco.
Discurso de José Luis González Peralbo transcrito en El Guijo de Los Pedroches.
Se puede seguir la información sobre este libro en el blog específico creado por su autor.
El público asistente, antes del acto. Foto: Punto Radio Pozoblanco |
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