miércoles, 18 de julio de 2012

Impuestos. Justicia. Historia.

"Dinar de conquista". S. VIII. Museo PRASA Torrecampo


Quizá sea porque las malas noticias económicas se han convertido en las únicas noticias. O porque he visto que mi hermana sigue muy mosqueada con los recortes a funcionarios y empleados públicos. O tal vez porque la crisis es la conversación habitual en los bares, en el trabajo, en la panadería... El caso es que releyendo Conquistadores, Emires y Califas, de Eduardo Manzano (Barcelona, ed. Crítica, 2006), me ha venido a la mente la imagen y las recientes declaraciones del ministro Montoro sobre la subida del IVA.

Tras la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica (año 711), el primer interés de los califas de Damasco fue el de obtener beneficios económicos de estas tierras, muy alejadas de su tradicional centro de poder. Para ello, ya los primeros gobernadores se preocuparon de la organización fiscal. El gobernador al-Samh b. Malik al-Jawlani (718-721) se encargó de realizar el primer censo fiscal de la entonces provincia Omeya. El censo fue actualizado, siguiendo el modelo bizantino, a los 15 y a los 30 años, lo que da idea de cómo el cobro eficaz de los impuestos fue una prioridad para el nuevo poder. Y lo continuará siendo durante toda la historia de al-Andalus, cuyos momentos de mayor esplendor vendrán precedidos sin excepción por un reforzamiento del sistema fiscal que tiene por objetivo fundamental que ningún habitante evite el pago de los impuestos que le corresponden.

El primero de los grandes hitos de la historia andalusí lo marca Abd al-Rahman I, último miembro de la dinastía Omeya que se exilia en al-Andalus tras ser derrocada su familia por los Abbasíes. Abd al-Rahman (756-788) termina haciéndose con el poder y convierte la antigua provincia en un Estado independiente de hecho del Imperio Islámico. El comienzo del Emirato Independiente supone una profunda reordenación administrativa y un cambio importante en la mentalidad política. Para afianzar la dinastía, el emir se preocupará de disponer de recursos económicos que le permitan no sólo la correcta administración del territorio, sino también el diseño de una serie de medidas tendentes a lograr la aceptación popular del nuevo poder. El inicio de las obras de construcción de la Mezquita Mayor de Córdoba se integra dentro de este contexto general. Y esta preocupación estuvo presente, como indica Manzano, "desde el momento en que puso pie en al-Andalus" (p. 293). A partir de este momento, los emires tenían capacidad para recaudar la importante suma de 600.000 dinares anuales.

Medio siglo después, y después de un período de crisis del estado cordobés, un descendiente del primer emir conseguirá de nuevo afianzar el Estado Omeya. Abd al-Rahman II (822-852) seguirá para ello el mismo esquema de actuación que había dado buenos resultados tiempo atrás: comenzará sofocando las revuentas internas y reestructurando la administración fiscal para, con esta base, realizar acciones de propaganda estatal destinadas a ganarse el favor popular. En concreto, esta etapa está marcada por la llegada de influencias orientales, que comenzarán a transformar la cultura y las costumbres de un estado que aún era más "ibérico" que "árabe". No es casualidad que durante el mandato de este emir se realizara, en el marco de esta política, la primera ampliación hacia el sur de la Mezquita de Córdoba. Todo ello, por supuesto, sustentado por un reforzamiento de la vigilancia fiscal que le llevó a aumentar los ingresos estatales hasta el millón de dinares anuales.

En el año 912 llega al poder Abd al-Rahman III (912-961). Nuevamente se encuentra con un Estado en crisis, y pone en marcha un programa muy similar al de sus predecesores: control militar, reforzamiento del sistema fiscal y adopción de medidas de afianzamiento de la imagen externa del poder. En el año 929 llega a cambiar el modelo de Estado al proclamarse "Emir de los Creyentes", rompiendo así los tenues lazos de reconocimiento de la mayor posición religiosa del califa de Bagdag que hasta entonces habían mantenido los emires. Entre las grandes obras públicas acometidas por el primer califa de al-Andalus, además de reformas en la Mezquita de Córdoba (que incluyen la construcción de la nueva torre o Alminar), destaca la construcción de una ciudad palatina que servirá de reflejo del poder del nuevo Estado: Madinat al-Zahra. Y nuevamente la base ha estado en conseguir que todos paguen los impuestos que les corresponden. La recaudación anual ha llegado a alcanzar los 5.800.000 dinares.

En nuestros días, el ministro Montoro (responsable de la Hacienda española) declara que ha sido necesario incrementar el IVA por culpa del elevado fraude fiscal. Justo al contrario de lo que históricamente han hecho los responsables de los períodos más destacados de nuestra historia. Y así nos va. Y lo peor de todo es que así nos irá.

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