miércoles, 11 de mayo de 2016

Iter - 4. Las cartelas



El diccionario de la Real Academia define "cartela" como pedazo de cartón, madera u otra materia, a modo de tarjeta, destinado para poner o escribir en él algo. En cualquier exposición, las cartelas son esas pequeñas etiquetas en las que se informa individualmente sobre cada una de las piezas expuestas.

Aunque las fichas de las piezas participantes en la exposición se preparan en las primeras fases de trabajo, normalmente la colocación de las cartelas que identifican cada uno de los objetos es una de las últimas tareas que se realizan durante el montaje de la exposición. E incluso se imprimen e instalan en el último momento, lo que nos permite un cierto margen de juego con la disposición final de las piezas dentro de su vitrina. Esto era impensable hace unos años, pero en la actualidad los teléfonos inteligentes, la disponibilidad de materiales muy diversos y los medios de impresión digital hacen posible disponer en un par de horas de cartelas en las que, si es necesario, podemos incluso integrar una fotografía de la vitrina ya montada para permitir la fácil identificación de los objetos.

Si los paneles y textos de la exposición sirven para guiar al visitante por el discurso expositivo, la función de las cartelas es totalmente diferente: buscan ofrecer una información básica sobre cada una de las piezas considerada de forma individual, independientemente de los mensajes que trata de transmitir la exposición en su conjunto. Son textos muy resumidos pero ¿qué información deben transmitir?

En general, para definir qué información tenemos que integrar en las cartelas debemos pensar en el público al que están destinadas. Cuando comencé a trabajar en el Museo Arqueológico de Córdoba, hace ya muchos años, los objetos de la antigua exposición permanente estaban identificados por sus correspondientes cartelas en las que constaba el número de inventario y la procedencia. Cualquier visitante que se acercara a un capitel romano podría leer en la pequeña etiquetita que lo identificaba, por ejemplo, "9638. Cuesta de Pero Mato". Estupefacto se quedaba el visitante al enfrentarse a estos códigos incomprensibles. ¿El motivo? Pues que las cartelas no habían sido ideadas para informar al público, sino únicamente para facilitar el trabajo de identificación a los propios técnicos del museo.

En esos mismos años podíamos encontrar cartelas que ya pretendían informar al visitante, aunque ¿a qué tipo de visitante? Recuerdo una visita por las salas del museo con Roselló Bordoy, autor de un Ensayo de sistematización de la cerámica árabe de Mallorca que todos seguíamos en aquel tiempo a pies juntillas. Y su cara de horror al comprobar cómo también en Córdoba repetíamos en las vitrinas dedicadas a la cerámica andalusí una información sobre clasificación tipológica ("formas abiertas", "formas cerradas"...) que podía ser útil en una excavación arqueológica, incluso en la catalogación de los objetos, pero que carecía de cualquier sentido para el gran público. Al contemplar aquellos textos, Roselló llegó a comentar que si hubiera llegado a saber cómo se iba a generalizar el uso de su clasificación tipológica, nunca habría escrito ese libro. No tenía razón: ¿qué había sido de nosotros sin la guía de la cerámica mallorquina? Y no tenía razón porque la culpa la teníamos nosotros, al intentar ofrecer "lo más" en investigación en un lugar inadecuado. Aunque entiendo su enfado, porque explicar al visitante -como lo hacíamos nosotros- que, según el gran especialista, un jarro era "forma cerrada" y un plato "forma abierta" tenía su miga...

Hoy en día, los estudios tipológicos sobre materiales diversos de casi todas las épocas históricas nos permitirían ofrecer una información mucho más precisa. Pero ¿serviría para algo? Yo creo que no. O, en todo caso, sólo serviría para demostrar al visitante que nosotros sabemos más que él. Y personalmente es algo que me horroriza. Independientemente de que ¿aporta algo al público saber que un determinado objeto se clasifica según un eminente arqueólogo alemán como forma 53-2/b? ¿No sería más interesante decirle, pongamos por caso, que ese plato tan grande es una fuente de cerámica utilizada para el servicio de mesa?

Con más o menos razón -para gustos, colores- nuestra opción en esta exposición ha sido priorizar, en la mínima información que podíamos ofrecer en las cartelas, aquellos datos que pudieran ilustrar sobre el uso de los objetos. Con esta misma finalidad, en los dibujos realizados por José María Serrano incluimos algunos detalles de piezas expuestas. Y, por las propias características del discurso expositivo, incluimos también información sobre los yacimientos de procedencia en aquellos casos en los que contamos con este dato.

La mayor dificultad, por el pequeño tamaño de los objetos, nos la ofrecían los anillos con simbología paleocristiana, por lo que en este caso optamos por una cartela en vinilo de gran tamaño que incluía reproducciones fotográficas de detalle.


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