Gonzalo Anes, ante los volúmenes editados (foto: El País) |
Como director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes es la principal cabeza visible de este desaguisado. Desde el primer momento, su defensivo discurso se ha centrado en la idea de que las críticas deben dirigirse contra los autores concretos que firman las entradas y no contra la RAH. Y, sin importarle la trascendencia que la polémica ha ido adquiriendo con el paso de los días, Anes sigue empeñado en defender que "el Diccionario es un monumento a la libertad de expresión". Con apariencia de haber perdido totalmente los papeles, Gonzalo Anes concedió sendas entrevistas a los diarios Público y El País que no me resisto a glosar como colofón de estas entradas destinadas a ordenar un poco mis ideas sobre esta polémica historiográfica.
La entrevista concedida a Público tiene el aspecto de intento de matar al mensajero, ya que carga contra este diario acusándolo de ser responsable de la creación interesada de la polémica. Porque resulta sonrojante que quien desde la presidencia de la RAH afirma no haber leído las polémicas entradas ni aún una semana después de saltar el escándalo, acuse a los periodistas de realizar una lectura selectiva y sin criterio de los volúmenes editados.
En la entrevista dice ya no estar seguro de si Luis Suárez se ofreció (como Anes había declarado con anterioridad) o le fue encargada la entrada sobre Franco (como defendía vehementemente Suárez). Un pequeño detalle que, una semana después de iniciada la polémica, el director de la RAH parece no haber tenido tiempo de comprobar. La defensa de lo indefendible le lleva al extremo de afirmar que si la biografía de Franco la hubiera escrito un economista sí habría podido determinar con precisión cuándo puede calificarse a Franco de dictador y cuándo de autoritario. ¿No sirve para nada, entonces, un historiador? Por favor, sr. Anes, no siga usted defendiendo nuestra profesión.
Cuando es preguntado sobre las críticas de la comunidad científica sobre el diccionario da un paso más hacia el abismo, al afirmar rotundamente: “No es problema mío. Cada uno tiene su parecer”. Y al indicar el periodista que las críticas que Anes minimiza parten de los decanos de las facultades de Historia de las universidades españolas, el director de la RAH pone en duda la cualificación científica de los decanos. Algo que, directamente, creo que no merece ningún comentario. Y se empeña en defender lo indefendible al afirmar que el Fuero de los Españoles es realmente una Constitución, aunque sin raíz democrática. Quizá también el famoso diccionario sea una Constitución, ya que constituye un verdadero escándalo en sí mismo.
Aunque algo menos agresivas, sus respuestas al periodista que le entrevista para El País siguen una línea prácticamente idéntica. Puede resultar reveladora en este sentido la rotundidad con la que termina sus respuestas, cerradas hasta en tres ocasiones con un directo “y punto”.
Comienza negando la evidencia de que la RAH es la responsable de la indefinición metodológica y la falta de criterio que están en la base de todos los errores posteriores. Especialmente grave me parece que el modelo de trabajo basado en el debate científico lo tache como un sistema de “trabas burocráticas” que harían interminable una obra de estas características.
Que un director de la RAH y responsable último de una edición que ha costado más de seis millones de euros del dinero público conteste a la pregunta directa sobre si considera que Franco fue un dictador o no con un “miren, estoy agotado y me tengo que ir” me parece muy poco responsable. Y el diálogo posterior, incalificable (a grandes males, grandes remedios):
“P. Perdone pero, ¿qué le ha parecido la reacción en la prensa y en el mundo de la cultura a todo lo ocurrido?
R. Pues que en ningún otro país europeo habría pasado lo que aquí. Estoy seguro de que si en Alemania, un diccionario biográfico no dijera de Hitler lo que se debe decir, no habría...
P. Es que eso no ocurre. El diccionario biográfico alemán cuenta todas las atrocidades de Hitler.
R. Bueno, pues quite el ejemplo de Hitler...”
1 comentario:
Estoy de acuerdo en lo de las "Trabas burocráticas" ¿Por qué nadie tiene que revisar mis artículos? Si no fuera por esta gilipollez de la revisión por pares podría estar aspirando ya a la plaza de catedrático! Joder!
Un estudiante de doctorado.
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