viernes, 19 de octubre de 2012

Fuensanta García de la Torre en la Fundación PRASA

Con Joaquín Criado y Fuensanta García. Diario Córdoba

No creo haberme equivocado cuando, presentando la otra tarde a Fuensanta García de la Torre en la Fundación PRASA, me refería a ella como una enamorada de su museo. Quienes tenemos la suerte de disfrutar de una profesión que nos apasiona no podemos evitarlo. Como no pudo Fuensanta evitar que notáramos la pasión con la que hablaba del pasado, el presente y el futuro de una institución de la que se convirtió, en 1981, en la primera directora en el último siglo y medio que no pertenece a la familia Romero de Torres.

Naturalmente, Fuensanta habló de Rafael Romero Barros, personaje íntimamente ligado al museo de la Plaza del Potro y a cualquier movimiento cultural presente en Córdoba durante el último tercio del siglo XIX. Y a sus discípulos, entre los que destacaron sus hijos (Julio Romero de Torres, el más conocido, pero no el único importante para la cultura cordobesa), que marcaron la cultura cordobesa hasta bien entrado el siglo XX. Para terminar refiriéndose, sin ahorrar la crítica, a la nefasta etapa final de Rafael Romero de Torres Pellicer al frente del museo.

Tras la jubilación de este último, la etapa de Fuensanta García al frente del Museo se ha caracterizado por la modernización del centro. Y, viendo la evolución histórica del último siglo y medio (pues 150 años se cumplen en 2012 de la instalación del museo en el Convento de la Caridad de la Plaza del Potro), la visión no puede ser más que positiva. Es cierto. Siempre nos quejamos de presupuestos insuficientes, de falta de personal, de instalaciones que requieren mejoras evidentes. Pero el Museo de Bellas Artes de Córdoba tiene hoy poco que ver con ese viejo caserón con cuadros colgados de los años 70 del pasado siglo.

La directora del museo terminó su charla refiriéndose a los proyectos de futuro. Entre los que se encuentra la construcción de una nueva sede, al otro lado del río, pero sin desvincularse totalmente del Casco Histórico. Y no ocultó las dificultades que la actual crisis económica supone para el desarrollo de este proyecto. Aunque, después de haber recorrido sus casi dos siglos de historia, uno sale de la charla de Fuensanta con la clara idea de que el Museo está muy lejos de sus peores momentos. Y es que esta omnipresente crisis está muy lejos de la dureza de otras que la institución -y la sociedad española- ha superado en un pasado no necesariamente tan lejano.


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